martes, 22 de octubre de 2024

El Fin del Estrés se Encuentra en el Aquí y el Ahora


Introducción:

¿Alguna vez sentiste que el mundo se te viene encima? No es para menos. Estamos saturados de información, de expectativas que se estiran más allá de lo razonable. Nos perdemos en los “deberías” y en las preocupaciones lejanas, cuando, en realidad, lo que nos afecta está mucho más cerca: tu entorno inmediato y el momento presente. Si aprendemos a habitar este espacio reducido, no solo le daremos descanso a nuestra mente, sino que también comenzaremos a liberarnos de las cadenas invisibles del estrés, la ansiedad y la depresión.

"Quien controla su mente, controla su mundo", decía el sabio Buda. Y qué sabio, porque cuando te concentrás en lo que podés tocar, ver y sentir, te volvés dueño de lo más preciado: tu paz.

La fatiga global: el espejismo de la omnipotencia

Nos hemos acostumbrado a vivir con la ilusión de que debemos estar al tanto de todo, desde crisis en el otro lado del mundo hasta la última tendencia en redes. En la era de la hiperconectividad, parecería que no hay lugar para la pausa. Cada notificación nos arrastra hacia un nuevo drama, una nueva urgencia.

Pero acá te hago una pregunta: ¿realmente podés hacer algo respecto a todo eso? Epicteto lo resumió de forma magistral: "No es lo que te sucede, sino cómo reaccionas a ello lo que importa". Claro que es impactante enterarse de lo que ocurre en un país al que nunca irás o en la vida de alguien a quien jamás conocerás. Pero la verdad cruda es que gran parte de esas situaciones están fuera de tu control. ¿Y entonces por qué te siguen afectando?

El problema radica en que nos han convencido de que debemos estar omnipresentes. Si no respondemos al pulso de la información global, parece que estamos fuera de juego, como si quedáramos rezagados. Pero el costo es muy alto. En este intento por abarcarlo todo, terminamos siendo menos. Nos sentimos vacíos, agotados. Nos desvinculamos de nuestro propio centro.

Este espejismo de la omnipotencia nos agota. La realidad es que lo que nos sucede es local, lo que podemos cambiar también. Como decía Viktor Frankl: "Cuando no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos."

Volver al aquí y al ahora: un salvavidas

Nos hemos olvidado de lo esencial: el ahora y lo que nos rodea. Nos arrastramos por la vida con un pie en el pasado y otro en el futuro. Las preocupaciones por lo que hicimos mal o lo que podría ir mal se convierten en una especie de ruido de fondo constante. ¿Y el presente? Ahí lo dejamos, a la deriva, sin realmente vivirlo.

Lao-Tsé decía: "Si estás deprimido, vives en el pasado; si estás ansioso, vives en el futuro; si estás en paz, vives en el presente." Esta frase tan sencilla nos recuerda una verdad profunda que rara vez aplicamos. Pero ¿cuántas veces estamos realmente aquí? ¿Cuántas veces nuestras acciones del día se sincronizan con nuestra mente y nuestro corazón?

El truco es sencillo, aunque no siempre fácil: cuando te enfocás en lo local, tanto en espacio como en tiempo, las cosas se vuelven manejables. No necesitás resolver los problemas del mundo. Solo los tuyos. Esa es tu verdadera esfera de influencia. El espacio limitado que ocupás, y el segundo que estás viviendo, son todo lo que tenés. Es ahí donde se juega tu vida.

Volver al presente es como volver a respirar después de contener la respiración por mucho tiempo. Dejá que el resto se disuelva.

Estrategias para reconectarte con lo local

1. Centrate en lo que podés controlar
Este es el principio básico de muchas filosofías antiguas, desde el estoicismo hasta el budismo: lo que verdaderamente tiene impacto en tu bienestar son las pequeñas cosas cotidianas y tus relaciones cercanas. Todo lo demás es ruido. No gastes tu energía preocupándote por aquello sobre lo cual no tenés control.

Un buen ejercicio es hacer una lista de esas cosas que te generan estrés o ansiedad. Luego, separalas en dos columnas: lo que podés cambiar y lo que no. De esa forma, te harás consciente de que mucho de lo que te preocupa ni siquiera está en tus manos.

2. Practicá la desconexión informativa
Vivimos en una era de exceso de información. Pero no necesitás saberlo todo. Ser selectivo con lo que consumís es un acto de autocuidado. Establecé tiempos claros para consumir información, y asegurate de que esa información realmente aporte algo a tu vida. Desconectarse no es estar desinformado, es preservar tu espacio mental.

Tomá descansos de las redes sociales. Limitá el tiempo que pasás en ellas. Recordá que tu mente también necesita descansar. Elegí bien qué consumís, porque mucho de lo que entra en tu mente no tiene otro fin que agotarte.

3. Fortalecé tus relaciones cercanas
Nos pasamos horas y horas en pantallas, conectándonos con personas que, la mayoría de las veces, no forman parte de nuestro día a día. Mientras tanto, las personas que más nos importan suelen recibir lo que nos queda de tiempo y energía. Nos olvidamos de que las conexiones reales, las que llenan, son las que suceden cara a cara. John Donne nos recuerda: "Ningún hombre es una isla". Y, sin embargo, nos aislamos constantemente detrás de un dispositivo.

Dedicá tiempo a cultivar las relaciones que realmente importan. Preguntate cuánto tiempo les dedicás a esas personas que realmente te importan. El café compartido, la charla profunda, el simple estar presente. Esas son las experiencias que nos devuelven al aquí.

4. Creá una rutina consciente
Tener una rutina no es sinónimo de monotonía, sino de estructura. La rutina consciente te permite centrarte en lo que realmente es importante. Planificar tu día con intención te evita caer en la trampa de la inercia. No dejes que la vida te pase sin más. Establecé pequeñas actividades que te conecten con tu realidad cercana. Ser productivo no es el fin último. Lo importante es que, al final del día, sientas que estuviste realmente presente en lo que hiciste.

Conclusión:

En un mundo que nos arrastra constantemente a lo global, volver al presente y lo que nos rodea es un acto revolucionario. Es ahí donde encontramos la calma. Volver a lo simple, a lo inmediato, a lo tangible. Como Tolstói lo resumió de forma simple pero poderosa: "Hay solo dos guerreros invencibles: el tiempo y la paciencia". Tomarse el tiempo de vivir el presente es el acto más rebelde y sanador que podés hacer.

Y vos, ¿qué guerrero elegís ser hoy?

Autor: Fabian Mesaglio

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