lunes, 30 de noviembre de 2020

El Barranco




Dando un paso detrás del anterior me acerco indefectiblemente al borde, a ese límite casi físico, que nos separa de una brecha, de un abismo que parece ser insalvable pero que en realidad habita solo en nuestra mente, la cual, como campo fértil da lugar a la proliferación de las historias con las que construimos eso que llamamos realidad. 


La grieta es un concepto de división, es hacer que un grupo contrario o al que deseamos dominar, se divida y pelee entre si, de esta manera desviamos el peligro que viene hacia nosotros, una escena absurda sería ver a un tigre y a un oso que cooperan para comernos, pero si bajo este concepto enemistáramos a ambos animales, aunque sean feroces y mucho más fuertes que nosotros, terminaríamos viendo un espectáculo de circo, ya que el oso y el tigre estarían muy ocupados peleando entre sí para darse cuenta de que están siendo adiestrados.  




De la misma manera en la India colonial, los ingleses avivaron el concepto de castas(del portugues, raza, linaje o estirpe), los linajes están formados por individuos que nacieron dentro de esa casta y a los que los educaron para no relacionarse con otras. Las divisiones se hacen tan profundas que logran producir verdadero asco entre esas castas, ya sea por color o por posición social. En este caso los colonizadores ingleses potenciaron este concepto con el fin de dividir a la sociedad y ponerla a luchar contra sí misma, de manera tal que pudiera ser fácilmente dominada, osos…. tigres…... Y lo hicieron tan bien, que hoy por hoy en 2020, un Brahmis (casta superior reservada a religiosos y maestros) no pensaría dos veces en cruzar la calle para no tener siquiera la chance de oler a un Shudra (trabajadores y sirvientes). 


Podemos ir sino a un ejemplo más cercano, en Sudamerica había esclavos negros, esclavos indios de india y esclavos indios sudamericanos, y si bien en algún momento se acabó la esclavitud, los conceptos sociales que la justificaron se arraigaron, formando un conjunto de costumbres que se reconocían como naturales y “cientificamente” comprobadas, todas ellas separatistas, absolutistas como si realmente tuvieran algún tipo de asidero en la ciencia, o fueran parte de un mandato divino. .


Pero el motivo real es siempre el mismo, dominio,  dividir para vencer (concepto muy apreciado por Julio César y por Napoleón). Como técnica política es despiadada, se define como una estrategia orientada al control de un territorio, dividiendo o fragmentando el poder en distintos grupos y enfrentándolos,  de manera tal que no puedan unirse en contra de quien los divide. Logrando así que un pequeño grupo de gente pueda dominar a varios grupos enormes, que realmente están peleando entre ellos. 


El ser humano elige creer que es mejor o peor que otros, elige embarcarse en guerras contra sus congéneres, puede incluso odiar a un hermano porque su color es distinto, porque su casta es más baja. Como si esto fuera real y no un concepto más, inventado por una sociedad para tener control sobre otra. 


Uno de los efectos más destacados de este tipo de práctica es que los individuos de cada grupo llegan un punto de aversión absoluta por el otro, casi como si se tratara de gente enferma que pudiera contagiar enfermedades. Y transmite este concepto a su progenie, logrando que se “naturalice” ese separatismo y que se acepte como realidad algo que como sociedad los va a mantener desunidos y débiles. 


Esas grietas, logradas por quienes quieren dominar, tienen la particularidad de hacerle creer al individuo que sigue sus normas, que es parte de un grupo fuerte o de uno minoritario y que como miembro de su “equipo” debe luchar. Cuando en realidad es todo un “gas cósmico” en el que la gente se mete, que no tiene asidero científico y que sólo se basa en conceptos traídos o entregados por dioses, mandatos que siguen existiendo aún cuando sabemos que son erróneos. 


Las grietas son tan efectivas con los grupos humanos, que se los puede hacer pelear prácticamente por cualquier cosa. Imaginemos que tenemos una habitación con 50 personas a las cuales necesitamos dominar y que somos unas 4 personas las que queremos ejercer ese dominio. Una lucha directa nos dejaría ante una inferioridad numérica muy complicada de superar. Pero oodríamos simplemente dividir a los grupos por alguna característica, por ejemplo, darles lazos de dos colores y que la mitad se ponga los negros y la otra los rojos. automáticamente hemos creado dos grupos separados, y si nos metemos a darles tareas en las que compitan, habremos diversificado y redirigido el poder de un grupo de 50 en dos de 25, donde un gran porcentaje del interés ya no está en luchar para salir de la habitación, sino en derrotar al otro grupo. De esta manera los que promovemos esa división nos habremos quedado con el poder y los divididos se abrazarán con fanatismo a los preceptos de sus captores. 


Latinoamérica sufre de esa enfermedad y está dividida, porque le “conviene” a otras potencias que así sea la cosa y ojo que acá no podemos hablar de un sólo malvado, porque esto no es algo de una sola nación, sino de muchas. Que entienden que con un territorio rico en recursos y unido es mucho más difícil negociar que con uno lleno de batallas internas, y con políticas distintas. 


Es momento de comprender que debemos comenzar un camino de unión con el fin de mejorar como sociedad, de unificarnos por un fin mayor, de crecer como especie y de respetar a otras para que la falta de biodiversidad no termine acabando con la vida en la tierra. Es momento de educarnos, de comprender que no somos ni más ni menos que los que nos rodean, que depende de nuestras acciones lo que logremos y lo que seamos. 


Necesitamos comprender que la “injusticia” es algo que sólo podemos resolver unidos, que si permitimos que nos enfrenten a hermanos con hermanos lo único que terminamos logrando es ser esclavos, o fuerzas de choque para aquellos que nos quieren dominar. Nos convertimos en herramientas de otros en lugar de comprender que nuestros ojos miran lo mismo que los ojos de la persona que tenemos en la vereda de enfrente. (diría … boludos enfrentándose…. pero no quisiera utilizar un término tan agresivo)


Hoy tenemos la posibilidad de unirnos como pueblo, de avanzar como especie, de volver a juntar aquello que otros dividieron con el fin de dominarnos. Justicia es comprender que todos somos iguales, que los límites de uno acaban donde comienzan los del otro, que todos tenemos la responsabilidad de empujar y lograr. Que puede haber una parte del pueblo que necesite ayuda, pero que con esa asistencia tambien viene la responsabilidad de crecer y de llegar a no necesitarla, de otra manera el que “hace” es cautivo del que se escuda en su casta y es su falta de posibilidades.


Ese miedo que tenemos de acercarnos al borde, nos evita darnos cuenta que el barranco no es tal, que la brecha no existe y que del otro lado del hueco hay alguien exactamente igual a nosotros, comprando un relato o una historia, sin darse cuenta de que está a un paso de la verdadera libertad. 


Necesitamos dejar de cavar límites y fronteras, es momento de construir puentes que nos acerquen finalmente. Es tiempo de que veamos quien nos domina y cuál es su fin. Que comprendamos que la unión hace a la fuerza y que no hay un mejor futuro que aquel al que podamos llegar todos juntos.  


Autor: F. Mesaglio


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