En un improbable cruce de siglos, tres figuras se sientan a conversar. No en Atenas ni en París, sino en un espacio donde las ideas no envejecen: una mesa invisible, sostenida por el tiempo mismo.
En un improbable cruce de siglos, tres figuras se sientan a conversar. No en Atenas ni en París, sino en un espacio donde las ideas no envejecen: una mesa invisible, sostenida por el tiempo mismo.
En un improbable cruce de siglos, tres figuras se sientan a conversar. No en Atenas ni en París, sino en un espacio donde las ideas no envej...