“En un minuto se va un mundo, en un minuto cabe la vida”, decía José Martí. Y, en efecto, cada paso en nuestro camino nos ofrece un mundo de posibilidades, a veces lleno de éxitos y otras de lecciones difíciles. Aprendemos a caminar sin certezas, solo con la fe en que nuestros pasos nos llevarán a donde debemos estar. Y aunque planificamos y proyectamos, el Universo insiste en demostrarnos cuán poco controlamos. Como en la paradoja de los navegantes, lo importante no es tanto el destino final, sino la travesía en sí misma.