martes, 16 de abril de 2024

Pienso luego existo





Entender cómo se forma un pensamiento puede daros el poder de replicar ese proceso, de acercarnos a crear una conciencia, o simplemente de crear un ambiente virtual que nuestras mentes puedan habitar. 


El cerebro humano, esa parte del traje biomecánico en el que exploramos el mundo, donde se guardan los mecanismos autorreplicantes que permiten el almacenamiento de experiencias con el fin de alimentar procesos de creación aleatoria, basados a su vez en la entrada de datos que proviene de los distintos sensores o sentidos que posee en organismo, asi estos datos, sumados a un sinfín de barreras lógicas, escenarios planteados espacialmente gracias a nuestra capacidad de hacer un render combinado con todos los datos sensoriales, y todo esto sazonado con un sinfín de memorias almacenadas de forma selectiva, permitirán el nacimiento del pensamiento en medio de un espacio fractal armado a nivel electroquímico. 



Pero la definición de un pensamiento también puede cambiar, porque la información que lo compone no tiene porque provenir de los sentidos, también podemos adquirir esos datos desde la memoria, donde están ensamblados a otros recuerdos, y tendrán un valor, una profundidad y un costo de acceso que podría ser medido en energía y o en la cantidad de otros pensamientos que tengamos que atravesar para llegar a obtenerlo. Así, cada idea se compondrá de datos nuevos, claros y a poca profundidad, y otros antiguos, más o menos distorsionados por los recuerdos circundantes y por aquellos que estos arrastran, componiendo y reconociendo la realidad como un constructo por capas. 


El sistema de almacenamiento de datos provenientes de los sentidos, tiene un moderador para evitar la sobrecarga del área de almacenamiento, si bien obtenemos toda la información cruda, sólo hacemos foco en la parte que nos interesa de todos esos datos y el resto la dejamos para que tenga menos importancia o simplemente se descarte. Así mientras dormimos, acomodamos datos de manera de optimizar su acceso o simplemente descartar lo que no sirva. Este es un verdadero “defrag” es nuestro disco rígido ordenándose, limpiándose, y finalmente, poniendo nuestro diccionario en orden alfabético. 


El constructo resultante, conformado por una infinita cantidad de capas de recuerdos con distintas intensidades y precisiones, le va a dar color ese pensamiento, permitiendo que el mismo produzca distintas respuestas endocrinas y eléctricas, que retroalimentan el sistema de acuerdo a lo que vayamos comprendiendo y en muchas ocasiones al feedback externo que tengamos de nuestras acciones 


A todo esto el tiempo funciona como otro transformador, que regula la cantidad de energía que va a contener cada dato almacenado, cada nuevo axón (link entre neuronas), en dónde y a qué profundidad quedará guardado ese recuerdo.  

  

“Entendiendo”, todo esto dentro de lo que la ciencia nos ofrece, y poniendo en balance la situación en la que nosotros mismos estamos jugando con un poder bruto e indómito como el de las IA, creo que debemos comenzar con el postulado de posibles problemas causados por jugar con una tecnología que puede producir un “ser” que nos supre, ya que de esta manera  podremos ser parte de el posterior esquema de soluciones para seguir participando de este conjunto de ilusiones y espejos al que solemos llamar realidad.

 

A medida que analizamos y comprendemos el camino de formación del pensamiento, nos acercamos también a replicarlos, pero tendríamos que entender al humano fuera del tiempo para poder ayudar a que nuestras IA piensen o imaginen como nosotros, como seres infinitos nos enfrentamos constantemente a la guadaña que forman las manecillas del reloj, nuestras acciones están determinadas en muchos aspectos por el poco tiempo que tenemos de vida y la necesidad de autorrealización y acceso a la posteridad. 


Con todos estas capas de variables y modificadores, una idea se verá compuesta por un cluster de experiencias, recuerdos, conocimientos, pensamientos, como si de una verdadera y única constelación se tratara, una constelación que se forma y convive con otras constelaciones que también se convertirán en modificadores. La complejidad de la idea crecerá mientras no sea externalizada, ya que seguiremos agregando modificadores y bifurcadores de manera inconsciente, pero en el momento en que la idea se comunique o baje sea bajada a un texto o realizada en una imagen, ya no se avanzará tanto en modificarla sino en especificarla, agregando componentes pero que no la bifurquen, con lo cual dejará la expansión en cuanto a volumen de datos pero comenzará a obtener masa, peso, y así a traccionar las ideas circundantes con su propia gravedad. 


Si hacemos que nuestra idea sea “pesada” y no la llevamos al paso de la realización, podriamos estar obliterandola, evitando que salga de nuestras mentes, como un agujero negro evita que la luz escape. Por eso necesitamos liberarla y compartirla, para distribuir el peso del concepto que acarrea la idea y dar acceso a la retroalimentación que proviene del proceso que realizamos en otras mentes que pueden agregar sus propios condimentos o eliminar algunos de los nuestros.


Estas ideas una vez compartidas, ya sean o no aceptadas, pasarán a formar parte de nuestra memoria como un nuevo dato pasará a formar parte de nuestro repertorio de memorias, con un peso tan determinante como el que le asignemos mediante otra serie de eventos endocrinos, como la cantidad de dopaminas que generemos gracias a la aparición de la idea como solución posible al problema que la desencadenó. 


Al momento de compartir ese set de pensamientos que nos llevó a componer una idea y nos llevó a una solución plausible para un problema determinado habremos tenido éxito en más de un logro, ya que esa idea fuera de nuestras mentes, se reunirá con otras otras voces gritando eureka!, y así se sumarán al conocimiento global, convirtiéndose en un escalón más para llegar a nuevos horizontes.


Cogito ergo sum, en el postulado de René Descartes, nos encontramos con una realidad que nos indica que la realidad parte de nuestra mente, que cada idea conformada por un sinfín de pensamientos “nace” gracias a que la incluimos como parte de un todo en el que vivimos, que parece estar ahí pero que no existiría si el conjunto de mentes no lo creara o le diera al menos un sentido. Somos parte de un Universo de posibilidades y artífices del sentido de su existencia, creamos lo que nos rodea al darle un porqué.  


En cada pensamiento, en cada memoria, en cada idea construimos herramientas que nos acompañarán y modificarán el mundo que nos rodea, somos una línea de pensamientos encadenados en distintas capas y niveles tanto objetivos como subjetivos, con el único fin de crear el caos suficiente para que nazca una idea, un momento o un Universo.


Autor: Fabian Mesaglio

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