lunes, 22 de abril de 2024

El Juego



¡¿Por qué motivo en este mundo se nos haría lógico hacer sencillo lo complicado?! es como jugar un juego en modo fácil, como para poder ver una película y participar apenas…. te suena? Venimos del caos, y mientras lo vivimos, nos tomamos la increíble tarea de tratar de ordenarlo, buscamos homeostasis, el completo orden en el que la vida no es posible. 


La vida es ruido, es una frecuencia que transporta energía y que cobra sentido en el preciso momento en que impacta tu retina, la perdurás y te la llevás a la dimensión de tu memoria como información cromática, como una ínfima parte del pantone que compone la luz reflejada en un objeto al que le prestamos atención. 


Entendiendo que el ahora proviene de un silencioso pacto en el que lo que denominamos “presente”, no es más que su burda imitación, una foto de algo que sucedió hace unas micras de segundo, rebotada o producida, la luz tuvo que partir del objeto, llegar a nuestra retina, de ahí al cerebro, ser procesada, catalogada, compuesta en el córtex visual que se encuentra en la parte de atrás del cerebro, con todo el resto de la información de los demás sentidos y entrar en combinación con la memoria para producir una imagen que tenga sentido de continuidad con la anterior, cohesión espacio-temporal, y sentido de la historia que vamos viviendo. Para este momento, lo que creemos que estamos viendo en el presente, no es más que pasado. 


Por lo tanto deberíamos ponernos de acuerdo, decidir si podemos cambiar el pasado o no, si la respuesta es que no se puede cambiar el pasado desde el futuro, nos enfrentamos a la triste posibilidad de ser espectadores obligados en una realidad en la que “creemos que producimos los cambios pero solo seguimos un patrón definido, no podemos cambiar el pasado de forma consciente, pero sí  podemos tomar acciones que cambien el futuro inmediato que creíamos que era el presente.  


El truco está en nuestra mente, todo lo que no lleguemos a procesar tendrá una continuación, tu cerebro de cuarta dimensión te mantiene anclado a esta de tres dimensiones en las que el tiempo y el espacio son parámetros distintos, donde el tiempo es un parámetro inalterable y a la vez subjetivo al punto de quien lo experimenta, de otra manera te podrías despertar de un sueño en el que tu vida es finita, un sueño en el que el peso de la eternidad no te vuelva loco, así evita la sobrecarga de estrés, hace un render constante de tu realidad a nivel sensorial y como siempre en composición con los datos en la estructura de tu memoria. Cuando se lo pone en perspectiva, esta realidad se parece mucho a un juego. 


Como en todo buen RPG (Role playing game) la vida nos presenta una cantidad indómita de NPCs (non playing characters) que está ahí como guías del juego, repletos de respuestas preestablecidas que tienen como único fin darle cohesión a la historia que estás viviendo mayormente en caso que estés por salir del mapa. Los NPC a la vez permiten que el juego tenga un control uno a uno con cada uno de los jugadores que habitan y realizan misiones en este plano. 


La colecta de ideas, la construcción del propósito, el camino a seguir son todos componentes de una misma línea que se dibuja en el tiempo. Donde buscamos  que nuestra mente se ponga en orden con el fin de que podamos creer que estamos en el aquí y en el ahora de la “película” que decidimos vivir.


Todo esto puede ser tomado como una realidad plausible, como una potencial teoría de conspiración, como la realidad que algunos viven al abstraerse a tal punto en un juego inmersivo que las líneas entre la realidad y la ficción se desdibujan, causando dudas en el jugador, que a este momento se pregunta cuál es la realidad y cuál es el juego. 


Y en este punto comienzan a aparecer una mayor cantidad de factores, por ejemplo, al enterarnos de que somos un 99.999% vacío, sí así como lo leés, es que hace que creas que la materia es sólida, el núcleo de cada átomo que te compone es solo el 0.001% del objeto o de vos, ya que el resto es un campo electromagnético, que repele al campo electromagnético de los átomos que lo rodean. Y esto no termina acá, ya que dentro de las partículas que conforman el núcleo, nos encontraremos con Quarks que creímos en algún momento que eran la materia elemental de la cual nos componemos, pero, alguien miró dentro de esos Quarks y se encontró con una frecuencia, básicamente, energía, música, que al compás en el que discurre nos indica que lo físico no es más que una ilusión. 


Ahora con este último dato, te invito a pensar conmigo. Vivimos en un escenario que se produce dentro de nuestras mentes en base a la data que nos entregan nuestros sentidos, estamos conformados por energía y todo lo que creemos materia, no es más que una ínfima porción de la cosa real y si miramos más adentro, ni siquiera eso. Recorremos el camino que nos toca dentro del cuerpo y sentimos o creemos que todo pasa fuera de nosotros sin saber si realmente hay un afuera que no esté dentro de nosotros, como si estuviéramos todos en un escenario compartido que se imprime en el interior de nuestro cerebro y nos permite conectarnos con otros usuarios.  


En fin, nos encontramos perdidos en un mar de datos que nos proponen un espacio en el que cumplimos con misiones, una película donde no tenemos realmente chance de hacer más que lo que hacemos, recorrerla y vivirla como seres etéreos que repiten el camino creyendo que el libre albedrío les permite tomar decisiones. 


Con todo esto, llegamos a la razón de todo este palabrerío,  podemos asumir que la forma en la que pasemos por esta vida va a depender de la manera en la que nos la tomemos, si vamos atravesar esta “película” felices de lo que vemos o si la vamos a sufrir toda la vuelta, porque esto es quizás lo único que podemos decidir en esta existencia, apreciar, agradecer y disfrutar del camino que recorremos, darle valor a las vivencias, abrazar eso que llamamos realidad y enfocarnos en los puntos más álgidos y en las emociones más profundas.


Si esta vida es una película entonces haríamos bien en prestarle atención y vivirla como si cada día fuera el último, como si cada momento no pudiera volver a existir, porque hasta donde sabemos…. así es. 


Autor: Fabian Mesaglio

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