viernes, 12 de abril de 2024

Suficiente





El tiempo en que vivimos nos enfrenta a la imposibilidad de competir con la imagen que nosotros mismos creamos, al parecer nada alcanza, nada complace, nada puede llenar ese vaso que cabila entre lo vacío y lo lleno, con nuestra percepción como única medida de valor en la determinación de su estado. 


Embarcados en la eterna persecución de una esquiva felicidad que se nos aleja cual si fuera un imán con polo opuesto, mostrándose a la mano pero a una distancia insalvable, nos agota y se muestra esquivo y parece esconderse en la sombra de cada fracaso. 




Corremos esperanzados y caemos en la inconsistencia de nuestras propias definiciones, de esos conceptos que queremos creer que son fórmulas de alegría y que, finalmente, no son más que promesas hasta que nuestra mente nos permita cambiar el ciclo y comprender que la vida es, que el Universo es. Y que nosotros somos los que decidimos cómo nos vamos a sentir y es recién en este punto en el que podemos comenzar a pensar en la felicidad.


En medio de todas estas sensaciones de desazón ese síndrome del impostor nos doblega y nos impone mejoras personales muy lejanas de las que verdaderamente son necesarias, poniéndonos en un camino en que la ansiedad nos dice suave al oido que no somos todo lo que otros esperan de nosotros. Y en este punto llegamos a la verdadera trampa, nunca vamos a estar a la altura de lo que imaginamos que otros pretenden, y si tan sólo pudiéramos ver más allá de nuestras propias ansiedades y elucubraciones, comprenderíamos que la única persona a quien debemos convencer es a la que vemos en el espejo cada mañana, que finalmente, no tiene y no necesita ser ni más flaca, ni mas gorda, ni más alta, ni más baja, ni mas complaciente, ni más atlética, porque ya es lo que realmente existe en el presente. 


Esto no quita que podamos planificar y actuar en consecuencia, de manera tal que nos podamos sentir mejor con alguna característica personal. Sólo nos muestra y demuestra que si no aprendemos a sentirnos bien con nuestro ahora, vamos a vivir siempre esperando que algún cambio suceda mañana, ansiosos, o angustiados a la espera de algo que nunca llega realmente. 


La persona más importante en tu vida sos vos. Si alguna vez te subiste a un avión, las azafatas te indican, antes de comenzar el vuelo, que si tenemos a alguien a cargo nuestro y las mascarillas caen por un problema en el vuelo, seamos los primeros en colocarnos el oxígeno, de otra manera, nos desmayaríamos dejando sin protección a quien depende de nosotros. 


La gente a tu alrededor, siempre va a exigir de vos los que no se atreve a reclamar de sí misma, va a poner en vos sus propias frustraciones, porque siempre es más fácil proyectar nuestros miedos e inseguridades que hacernos cargo de ellos, pero es ahí donde todo esto comienza, por algún motivo, creemos que aquellos que componen la sociedad que nos circunda son críticos adecuados de nuestra situación. Un millón de moscas comen heces…. 


Todo esto sucede porque creemos que existe una unidad de valor en la cual la perfección es un parámetro lógico, pero, la “perfección” no es más que una apreciación subjetiva y que sólo tiene sentido desde el punto de vista de un observador. Ya que lo perfecto para alguien puede ser absolutamente imperfecto para otra persona. Y en este punto volvemos al “yo”, es decir a la única persona en el Universo que puede evaluar el nivel perfección a la que aspira. 


Y por algún motivo, ese “Yo” tiene una mirada sesgada, temerosa, en la constante búsqueda de algo más, ¿por qué no puede ser tan sencillo como quererse a uno mismo?, ¿por qué motivo no podemos dejar la opinión de otros como componente esencial?, y existe una razón, hay un grupo de neuronas que todos tenemos por ser seres sociales, se llaman neuronas espejo, las mismas producen sinapsis a partir de lo que interpretan sobre lo que le pasa a alguien más, nos hacen empáticos, nos permiten inferir las sensaciones y emociones de otros alrededor, sí, vamos a sentir esas sensaciones y emociones que nos produce el estado de esas otras personas. Así, estamos condenados a la adicción del feedback social como parte de nuestra autoevaluación, dado que nuestras neuronas espejo ponen a los demás en nuestras mentes como satélites de nuestro propio pensamiento, haciéndonos creer que son parte de nosotros. Si muchos me ven de esa forma, yo debo ser el equivocado… y esto es un gran error. 


Lo primero que tenemos que entender es que somos los dueños y los responsables de nuestro destino, necesitamos abrazar el cambio, comprender que la homeostasis es una ilusión, y que el caos es determinante para que la vida exista, y así,  que necesitamos aprender a amarnos con nuestros errores y defectos. Internalizar, que por mucho que cambie la persona que ves en el espejo, por dentro sigue siendo la misma, y que la realidad en la que vivís, finalmente, se produce por dentro y no por fuera de tu mente, todo tu mundo es interpretado por la masa gris que habita entre tus orejas, y la opción de ser feliz o miserable depende absolutamente de tu desición, y no de las opiniones de otros. 


Una de las grandes realidades de la vida es que no se puede amar a nadie sin primero amarse a uno mismo, ya que el concepto de “amar” es el de darle a la otra persona la mejor versión de uno, en consecuencia, si no te crees lo mejor, no le estarías dando al ser amado lo que merece. Así el primer paso que tenemos que dar es comenzar a amarnos, comenzar a entender que somos un proyecto de algo maravilloso en camino a ocurrir, que cada paso que damos en dirección a nuestro propósito es algo que nos completa, pero que no nos hace mejores, porque, realmente ya lo somos. 


Por todo esto, entonces, repitamos juntos:


  • Soy mi propio camino propuesto
  • Soy lo mejor que me puede pasar
  • Soy lo que quiero ser en el hoy y en el ahora (sino estaría cambiando algo)
  • Soy poder, nadie me define 
  • Soy quien me complace ser
  • SOY SUFICIENTE



Autor: Fabian Mesaglio

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