lunes, 4 de diciembre de 2023

Escenas



Momentos que he vivido, en esta realidad o en las miles de propuestas por otros autores que me han sabido regalar un sinfín de universos, de realidades alternas en las que su relato ha sido compañía y guía.



Te invito a volar en las alas de la tormenta


De esta manera el sacerdote guerrero, Huy Ben Amon, invitaba a uno de los jóvenes aspirantes de la corte que se había atrevido a mofarse de su prominente joroba… a cazar elefantes con hacha. Ante casi una sentencia de muerte, el ya pálido y fornido joven, perdió su sonrisa socarrona y asintió comprendiendo el error de haberle faltado el respeto al mismísimo hachero de los dioses. Como era de esperar el Huy salió con bien de la cacería mientras el muchacho fue desmembrado por un enorme elefante macho. 


En épocas en las que la barbarie era la única respuesta a la falta de comportamiento, el respeto se educaba a manos de la fuerza bruta. Lo cual no nos indica un camino, pero si nos muestra la raíz, que determina que la conducta es parte de un proceso en el que necesariamente participan sistemas de respuesta, de estrés y de recompensa. Que violentan (la palabra, “violentan” significa que vencen o que subyugan cualquier oposición) o doblegan la voluntad del individuo al que se lo forja a fuerza de ese golpe de la opinión sobre el yunque social. 


El amor… mata


En espacios tan lejanos como la mismísima India, dos corazones se encontraron y supieron ser uno, acompasados tocaban una melodía, pero tan brillante fue la energía que produjeron que no lograron escapar a la ceguera y como dueños del tiempo que creyeron que eran, se alejaron. Un corazón al menos, no volvió a ser el mismo, no volvió a comprender el mundo, lo transita pero sin un atisbo de de esa sensación que sentía al contarle al otro corazón cada cosa que había visto, simplemente quería saber mas y mas para poder decirle, para poder encantar, para lograr divertir a ese corazón, para escuchar esa risa o para sentirse en un sueño al admirar su belleza. Y sin ese otro ser, no había un real motivo, no había una melodía, a quién se lo diría, por qué razón volvería a emitir sonido siquiera, si el único sonido que le traía una sonrisa, provenía de ese otro corazón al que ya no podría volver a alcanzar, ese ser que de ahora en más tan solo podría ser parte de sus sueños. 


El amor real mata, hace poco o nada coherente todo sendero que crezca fuera del camino de ese amor tan profundo que te se apodera del alma, que destruye toda posibilidad de una alternativa viable, se hace en parte responsable, musa de aquello que nace, que se crea, que se produce, cuando el amor verdadero se va ya no queda más que el anhelo de volver a ese momento, de repetir una y otra vez los mejores compases de esa melodía.  Pero ya no volverá a haber un momento así de prístino, no volverá a reflejarse en sus ojos y en las palabras de Heráclito no se podrá volver a bajar al río, porque el río no es el mismo y vos tampoco. ¿Ya llegamos a la India? es la pregunta que va a sonar en mi mente por la eternidad. 


¿Y si la magia no te toca?

Nerte caminaba por el bosque, enojado, sabiendo que su amigo Nario, estaba siendo iniciado en el camino del fuego en ese mismo momento, habían nacido con 2 días de diferencia, Nerte fue siempre el más fuerte, el más veloz y hasta el más bello de los jóvenes de la aldea, Nario era su protegido, lo cuidaba, porque había nacido con deficiencias, esa pierna más delgada lo había condenado junto a otros a ser un paria. Nerte había pasado toda su vida ayudando y cuidando de Nario como si fuera su hermano menor, fue capaz de romperle la naríz a Minta, 2 años mayor, el día que trató de utilizar al desvalido niño para sacar un tejón de su madriguera, diciendo que era el único tan delgado como para caber por la abertura. Pero como siempre Ner estaba ahí para cuidarlo y evitar que lo dañaran. Hoy había cambiado todo, un hechicero de fuego valía más en batalla que todos los guerreros de la aldea juntos. 

Pero algo se había apoderado de Nerte, la sensación de ser un protector, se transformó en la más profunda y descarnada envidia, en un mundo de magia él sería un simple mortal, alguien débil, eso sentía mientras caminaba entre los árboles, el ya no era especial, ya no podía ser el heroe y tomó una decisión que cambiaría la historia, Nerte sería el gran liberador de la opresión y de las diferencias, él acabaría con la magia y con cada persona que pudiera utilizarla. 


Soñaste con magia desde el momento en que tuviste contacto con la ficción, pero qué sucedería si a vos no te tocara en suerte poder utilizarla, nacer en un mundo lleno de usuarios de la magia y ser un simple mortal. Qué pasaría si un día te dieras cuenta que solo podés depender de tus manos, de tu esfuerzo, que no hay algo mágico que pueda cambiar esta realidad más allá de tu decisión.



La gran biblioteca


El saber se ocultaba en cada rincón de la antigua biblioteca, jugaba saltando de libro en libro, como si de un parque lleno de árboles se tratara. Las palabras yacían en los libros esperando que alguien tuviera a bien decirlas. Pero el saber conocía las reglas, en la biblioteca no se podía hacer ruido, y esos esqueletos de algunas arañas se mostraban muy correctos al no hacer otro sonido que un pequeñísimo estruendo al desmoronarse por puro desbalance de las partículas de las que estaban compuestas, ya que el viento no podía ser, las ventanas estaban todas cerradas.


De golpe, el conocimiento, como el sonido de un árbol cayendo en un bosque vacío había dejado de tener sentido, ya que no volvería a haber nadie que entrara por esa puerta, ya no tenía sentido practicar el shusheo para callar a alguien, porque no quedaba a quien hacer callar. Mientras los átomos de los libros, resignados al olvido, comenzaban a reestructurarse, el saber supo que llegaba su fin, que ya no habría ojos abiertos como platos sorprendiendose o gritando Eureka a todo pulmón mientras miradas acusadoras denostaban el exabrupto, ya no había sentido en la existencia de un mundo sin nadie que quisiera saber o aprender. 


Mientras tanto en el exterior sucedía lo mismo, las calles vacías, los automóviles arrumbados y llenos de herrumbre. Casi podía llegar a decirse que así sería el fin de los humanos, pero no, tan solo era el nacimiento de un nuevo mundo, uno virtual al que todos estaban conectados,  en el que las tareas eran realizadas por silenciosas máquinas que se encargarían de mantener la ilusión de un mundo en movimiento, de miles de millones de almas en un letargo digital esperando a que el planeta se enfriara y volviera a tener una atmósfera. 



Conclusión

Los relatos nacen de la mente y del cuerpo, de quienes somos y quienes fuimos como personas, de quienes somos en el anhelo, relatos que hablan de verdades, de miedo, de locura y de un ayer que sin ser mañana nos acompaña en esos sueños en los que nos queremos quedar a vivir por siempre. 


Autor: Fabian Mesaglio


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