Vivimos de una manera en la que nos dimos cuenta que no llegamos a hacer todo, en todas partes y al mismo tiempo… (cualquier coincidencia con la película…. puede ser), de esta aseveración se desprende la necesidad y la costumbre de ponernos a hacer múltiples tareas al mismo tiempo.
Pero de esta forma de proceder se desprenden un sinfín de rasgos que te definen y que muestran en qué lugar te parás a la hora del “hacer”.
Me ha tocado conocer gente que logra el multitarea, es decir hacer más de una cosa al mismo tiempo suficientemente bien como para tener resultados aceptables y gente que lo convierte en una interminable serie de acciones que se enganchan una detrás de otra y que parecen hechas al mismo tiempo pero que realmente no lo son, esta es gente que no accede a perder el control sobre una tarea para poder hacerla perfectamente, como un artesano, aunque dentro de eso que hacen sí tengan un sinfín de pequeños hitos realizados y logrados al unísono.
Tomar como punto de hipótesis la forma de comportarnos ante la necesidad de hacer más cosas de las que deberíamos al mismo tiempo, puede entregarnos una definición de nuestro carácter y por sobre todo, sobre qué estamos dispuestos a hacer a cambio de la aprobación de aquellos por los que realizamos cosas.
¿Soy uno o muchos?
Esta es una pregunta profunda en general, porque intenta que pienses en un ser compuesto por varios otros. Algo así como un color que se compone de sus primarios, como el verde que tiene una parte de azul y una de amarillo que van a definir su intesidad. En ese punto nos encontramos con algo que parece coherente, si internamente somos muchos que hacen uno, por que esos muchos no podrían encargarse de varias cosas a la vez.
Y quizás tenga que ver con los recursos compartidos, tenemos 2 ojos que necesitan operar en conjunto y que a diferencia de un cíclope nos permiten interactuar con la profundidad pero que funcionan con enfoque, dejando aquello que no está en el centro como una situación secundaria, tenemos el sentido del oído que nos permite tomar un sinfín de sonidos y liberar en nuestras mentes armonías y melodías, unificando esos sonidos, pero también podemos concentrarnos (volver a hacer foco) ya sea para unirlos o para separarlos. El tacto nos deja sentir en toda la extensión de nuestra piel en distintos estímulos y a muchos niveles, presión, temperatura, humedad.
El tema es que nuestro cerebro se encarga de forma desatendida de un sinfín de tareas bastante importantes, como los latidos del corazón, la respiración, la producción endocrina en general. Por eso nuestros cerebros ya están acostumbrados a realizar muchas tareas al mismo tiempo. Y cuando nos exigimos es capaz de dividir nuestra atención en distintas actividades.
Pero qué pasa con la calidad de aquello que hacemos de forma desatendida, qué tan buenos son nuestros resultados cuando no ponemos toda nuestra atención y conocimientos en una tarea única para hacerla perfectamente.
De todo este conocimiento y capacidades podemos desprender que tu habilidad para hacer muchas cosas al mismo tiempo quedará sesgada por factores como la complejidad de las tareas a desempeñar, la importancia de las mismas, la práctica que tengas en realizar aquello que querés combinar y ahí es donde se nos presenta la próxima pregunta.
¿Hace falta que hagas más de una cosa al mismo tiempo?
Esta tampoco es una pregunta menor, ya que esconde en su subjetividad el valor que le damos a otros aspectos de nuestra vida para los cuales queremos tener más tiempo disponible y por tanto nos entregamos a una táctica que reduce la calidad de lo que hacemos en pos de aquello para lo que deseamos acomodar el tiempo.
Cuando observamos la importancia que le damos a las cosas que hacemos en conjunto con otras, con el fin de ahorrar tiempo, tenemos la oportunidad de comprender si realmente es la manera más óptima de acortar los tiempos que nos tomamos para realizarlas. Quizás, después de todo, sea tan sólo una ilusión y en realidad tardemos más tiempo en hacer las cosas de una peor manera, cuando prestar atención absoluta a eso que queremos lograr podría ahorrarnos tiempo y dolores de cabeza, terminando con una tarea mucho mejor realizada.
Muchas tareas en serie con el 100% de nuestra atención nos pueden dejar con un mejor sabor de boca que la inconsistencia y el posible error de aquello que hacemos sin prestar atención.
Conclusión
Hacer muchas cosas al mismo tiempo es entrenar nuestras mentes para no poder disfrutar de ninguna de ellas, quizás las logremos y terminemos con más tiempo en nuestras manos para hacer otras cosas, pero de esta manera cometemos uno de los grandes crímenes de esta era, dejamos de vivir y disfrutar el presente y lo que hacemos. Ponemos la mente en el tiempo por venir en lugar de quedarnos es este lugar en el que realmente vivimos ese “ahora”, que si no aprendemos a disfrutar se transformará en pasado y quedará apenas en el área de las reminiscencias. Dejándonos con un montón de experiencias automáticas que se empezarán a quedar con nuestro tiempo consciente mientras nuestra mente se enfoca en posibles futuros en lugar de vivir y disfrutar de cada acto que tengamos por delante.
Mi enfoque, como adicto al multitarea, muchas veces me lleva por caminos en los que entiendo que no disfruté aquello que hice y que después, aquello que sí quería hacer en ese futuro incierto o presente postergado, se convirtió en otro multitasking en el cual tampoco pude hacer foco en aquello que me interesaba. Por eso es tan importante desandar ciertos caminos y volver a apreciar la simplicidad de un momento único e irrepetible en cada uno de nuestros actos.
Ser felíz, en ocasiones, tan sólo es un salto al vacío, hacer una apuesta a que este presente que vivimos, esta tarea que realizamos, nos puede entregar su cuota de alegría si le regalamos la suficiente consciencia como para disfrutar el momento.
Autor: Fabian Mesaglio
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