Dar un paso es como desplegar las alas del alma y atreverse a surcar nuevos horizontes. Es como romper los cimientos invisibles que limitan nuestro ser y abrirnos al vasto universo de posibilidades que se despliega ante nosotros.
Dar un paso implica valentía y determinación. Es dejar atrás la comodidad de lo conocido y adentrarse en el terreno desconocido, donde el riesgo y la incertidumbre se entrelazan con la esperanza y la emoción.
Es como acercarse al borde de un precipicio, sintiendo el vértigo y la adrenalina recorrer cada fibra de nuestro ser. Y en ese instante crucial, encontrar el coraje para dar un impulso y lanzarnos al vacío, confiando en nuestras capacidades y en la fuerza del Universo para sostenernos.
Dar un paso es como danzar, moviendo nuestros pies al ritmo de la vida. Es seguir el compás de nuestros sueños y aspiraciones, dejando que nuestras emociones se fundan con el movimiento. Cada paso nos acerca más a nuestra meta, creando un lienzo en el que plasmamos nuestra historia.
Es también como plantar una semilla en la tierra fértil de la oportunidad. Con cada paso, cultivamos nuestras aspiraciones y alimentamos nuestros sueños. Con esfuerzo y dedicación, esa semilla germina y se convierte en una realidad floreciente.
En definitiva, dar un paso es un acto poético que trasciende las limitaciones del lenguaje. Es una metáfora de la vida misma, que nos invita a explorar, crecer y transformarnos en seres más plenos y conscientes de nuestro potencial. Es la danza del ser humano que se mueve a través del espacio y el tiempo, dejando una huella indeleble en el camino que recorre.
El primero de un millón
Cómo es posible que un acto tan simple como comenzar el día y hacer la cama, nos pueda regalar la sensación de haber hecho algo bien, de haber cumplido una primera tarea.
El sistema de recompensa de nuestra mente nos lleva a seguir haciendo algo que nos produce placer y de esa manera comenzamos con los ciclos de pena y recompensa que nos imponemos para mantener rutinas, nos vamos comportando como nuestro propio “amo” y creemos que eso es ser libres, pero en realidad es la mayor prueba de que estamos condicionados a ser mandados sin pensar por alguien, que inclusive podemos ser nosotros mismos, disfrazando ese “deber ser” con el que nos adoctrinaron cuando chicos.
Estamos criados de manera tal que esa sensación que nos produce hacer algo bien, se multiplicará en cada hito realizado, generando una verdadera lluvia de endorfinas que de a poco irá asentando nuestra rutina. Pero siempre tenemos la posibilidad de utilizar el mismo sistema para lograr más de nosotros. Básicamente nos obligamos y nos empujamos a hacer cosas, basándonos en nuestro sistema de valores, nuestra historia y lo que creemos que se espera de nosotros.
Sabiendo todo esto, necesitamos comprender que no importa la distancia, o el tiempo del viaje que vamos a emprender, solo importa que comencemos a hacerlo.
Todo comienza con ese primer paso, ese que sigue a tomar una decisión, ese que damos cuando entendimos que no estamos en el lugar en el que deberíamos, de esa manera comenzamos el viaje hacia ese lugar en el que quisiéramos estar.
Constancia mata inteligencia
Esta es una máxima que debemos comprender, porque realmente nos empareja a todos y nos permite tener valor no basados tan solo en nuestros talentos sino en la perseverancia, ya que es imposible lograr que todos tengamos el mismo nivel de inteligencia o, aún más, que todos desarrollemos el mismo tipo de inteligencia. Con lo cual, la solución está en la constancia y la mejora continua.
Hacemos, medimos, mejoramos, iteramos y si realizamos todos estos pasos en cada actividad en la que deseemos mejorar, sin prisa pero sin pausa, llegaremos a la perfección de esa tarea. Ya que la constancia en el camino y la mejora continua son armas con las cuales la inteligencia no puede competir.
Obviamente la inteligencia, sea nuestra o de otros, hará falta en cada paso del camino, acompañando a los cambios y a la medición de los resultados, pero finalmente nuestra mayor ventaja se va a centrar en la paciencia y en la tolerancia que tengamos al fracaso, sin olvidarnos de la capacidad para identificar errores y aciertos en nuestros procesos.
Quiero creer
Creer en aquello que emprendemos es muy importante, aprender sobre cada uno de los procesos que tenemos que realizar también lo es, pero quizás lo más importante de todo sea que nos hagamos con la certeza de dar ese paso al vacío, de comenzar a hacer teniendo en cuenta los riesgos pero aceptando los errores como parte del proceso.
Así comencemos de forma desastrosa, empezar es lo más importante, dar ese paso, comenzar ese viaje, empujar con el fin de lograr ese primer despegue, en el que quizás choquemos o no estemos a la altura de las expectativas, pero que es un primer paso en ese camino que querés recorrer.
Antes de la salida todo es distinto a cuando comenzás tu viaje, tu experiencia lo va a cambiar todo en tu mente. Por eso es tan importante entrar al camino.
Expectativas
Lo que la gente no suele entender es que la felicidad es una relación simple entre expectativas, posibilidades y realidad. Cuando más nos acerquemos a las expectativas, más felices vamos a ser con nuestro camino.
Así nos encontramos con la importancia de la investigación previa, el análisis de la competencia, y comprender sobre todo con quién nos vamos a comparar, ya que si quiero hacer limonada y me voy a comparar con Cocacola, los datos no van a tener sentido.
Así buscaremos encontrar el target al cual apuntar y veremos quienes son los jugadores de mercado que se asemejen a nuestra situación actual, de esta manera podremos aprender de la experiencia de aquellos que nos preceden.
Es terriblemente importante comprender que si nuestras expectativas son muy altas, nunca podremos estar contentos con nuestro trabajo y que si nuestras expectativas son muy bajas, el esfuerzo no va a valer la pena. En medio tenemos un gran rango de acción.
¿Qué estás haciendo ahora? el camino no espera a nadie, no procrastines más, levantáte y ponéte en una posición equilibrada, decidí con qué pie te vas a apoyar, levantá la pierna opuesta, mové esa pierna hacia adelante, aterrizá con suavidad, transferí el peso a la pierna delantera y seguí repitiendo el proceso, hasta que llegues a tu meta.
Author: Fabian Mesaglio
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