lunes, 30 de octubre de 2023

El mito y la mente



El ser humano, como ser pensante, recorre su existencia tratando de desentrañar los caminos que le permitan llegar a mejor puerto. Así, hace, se equivoca, mejora, aprende y vuelve a intentar, quedándose en el camino con esas pequeñas rutinas que resuelven tareas de forma simple, y esta es una excelente forma de avanzar en la vida, a la par, como seres sociales que somos nos vamos a encontrar con un sinfín de consejos que no describen otra cosa que mitos, cosas que creemos que pasan por un motivo y que realmente no tienen nada que ver con ello. Así vamos por la vida recolectando acciones que creemos que son conocimiento y son realmente todo lo contrario, son supersticiones y cábalas apoyadas en lo que llamamos “el cantar popular”, los dichos.


Los mitos que nos parieron

Los mitos saben ser historias y relatos que tiene como función controlar a otros, desde los mitos de monstruos con los que nos amenazaban para que no nos alejaramos, o para que nos durmieramos temprano, hasta aquellos diseñados para hacernos creer que el que nos transmitía el mito era más sabio que nosotros, o seguía un camino que lo llevaba a desentrañar esos “secretos” o conocimientos que terminan sólo dependiendo de nuestra habilidad para creer en ellos. Estos son los mitos o historias sin base cientifica o prueba en las que tenemos que creer como si fueran la verdad absoluta. Muchos de estos mitos fueron cosas que le sucedieron a alguien que en su percepción de la situación y las circunstancias terminó creyendo que su solución fortuita era una verdad existencial, y como buen ser social lo desparramó. Así terminamos mirando la luna para saber cuando plantar, como si la misma nos sirviera para tal menester… un concepto, si me permiten, de lo más terraplanista. 

Del mito a la religión

Cuando suficientes mitos del mismo tipo y origen se reúnen en un mismo compendio nace una religión, y con esta, un grupo de adeptos que defenderán sus conceptos reales o no, y que comenzarán a difundirlos para intentar darles entidad, escribiendo libros, contándole a la gente, disfrazando mentiras de verdades, y verdades de absolutismos. Descartando o despreciando todo aquello que los contradiga. 

Libros, historias y estructuras que deberían darle a estos relatos alguna entidad mayor que la de una simple y aislada chapucería. 

La mente necesita del mito, lo usa como un sonajero o un chupete para poder aferrarse a esa ilusión de control del Universo caótico que lo rodea. Los mitos son algo así como life hacks mágicos, en los que la superstición y el autoengaño nos permiten relajarnos y creer en cada pavada de la que nos podamos agarrar. 

Pero el concepto principal es tener esos pequeños trucos mediante los cuales “comprendemos” que nuestro mes va a ser complicado… porque la casa de acuario está entrando en perro siberiano, lo cual hace que nuestro chi se altere….. ok.. a ver no dista demasiado de la bendita costumbre de inventarle nuevos viejos nombres al sol y a los astros, y hacer religiones de ellos. A nosotros, los monos sin pelo, nos gustan las historias, las creencias, y cuanto más simples…. mejores. Pero sobre todo queremos sentir que tenemos control de lo que va a pasar, que vamos a poder prever cosas basados en esos mitos, que vamos a poder evitar el miedo a la muerte gracias a estas estructuras de la mente. 

El amor y el mito

El mito es parte del “deber ser” y el amor es uno de esos eventos en la vida que se alimentan de la “fe” de la gente en que eso que desean que sea puede pasar. Nos pasamos la vida buscando el amor romántico, creyendo que la persona que nos ama y a la que amamos, nos pertenece, no cambia, y que siempre va a ser esa otra mitad que nos hace falta…. Mito! La gente cambia, crece y con el tiempo termina en lugares distantes en general. 

El amor es un sentimiento químico producido a partir de las drogas que genera nuestro cerebro, que difícilmente sea continuo entre dos personas y que dejará siempre a uno de los participantes extrañando eternamente, o volviendo a buscar el amor del cual depende para seguir llenando su mente de fe en alguien más y de la dosis necesaria de dopamina. 

La literatura y el mito


El mito se sirve de las palabras, pero las palabras se sirven del mito para ordenarse, para tentar al lector en un camino en el que la ciencia no tiene que ver más que como un sencillo condimento en el que se la usa como justificación falaz de aquello que no tiene siquiera sentido de ser. Aún así nos aferramos a la ficción y nos fanatizamos, tememos o aspiramos a ser aquello que nos describen los mitos. Deseamos profundamente tener magia, o levantar una cruz para repeler un vampiro, un hombre lobo, o esperamos a esos seres que nos van a invadir desde otros mundos, con esperanza o con terror, luchamos con demonios y todo tipo de seres creados por la mente febril de distintas sociedades, con fines ulteriores con los cuales dominar al prójimo desde conocimientos falsos, en muchas ocasiones, apócrifos y falsos en otras.

Desde la literatura le damos entidad a los mitos, buscando la forma mas inmersiva de hacer que el lector realmente crea y sienta aquello que le relatamos. 

Cábalas  

Y así en un lugar entre el simple mito y la religión nos encontramos con las cábalas, acciones que una vez realizadas permitirán que la diosa fortuna nos visite. Si uso las medias rojas mi equipo preferido de fútbol va a ganar, darle vuelta a la silla para cambiar la suerte en las cartas, y un sinfín de acciones que creemos van a modificar el Universo y nos van a traer esa “suerte” que esperamos. Le pedimos deseos a estrellas fugaces, a velas en nuestra torta de cumpleaños, usar rojo contra la envidia, o una cruz que nos proteja del mal. 

Al parecer los monos sin pelo necesitamos poder creer, que la realidad se puede modificar con pequeñas historias y acciones que están colgando de los árboles que bordean nuestro camino. Tomamos estas ideas con el asidero menos científico posible, como queriendo desafiar la realidad y así nos cargamos de información falsa y la entregamos a otros con un guiño y con la seguridad de que los ayudamos cuando les decimos que recen, que tengan fe o que confíen en que si se paran de cabeza y saltan con una sola mano el universo no se va a acabar…. 

Si… además de ser monos sin pelo…. evidentemente acaecemos de esa locura que nos permite aferrarnos a ese sentimiento que se basa en absolutamente nada…. la fe.  



Autor: Fabian Mesaglio

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