Este es un mundo al que se le rompen de vez en cuando los engranajes, tal como si fuera un reloj que cada tanto deja de funcionar bien, de tal manera las fórmulas ancestrales son dejadas de lado en pos de modernismos que siempre decantan en unipersonales subidos de tono.
El ser humano, como animal social trabaja mejor en grupos, en más efectivo, porque le permite utilizar esa “mente de 100 metros” pero en paralelo y multiplicada por cada miembro del grupo, logrando así tener la capacidad de correr verdaderas maratones.
Es por esto que si conseguimos esa fórmula antigua en la que un hacedor se combinaba con un fabulador, nace una empresa.
Claro ustedes ahora se preguntarán, a qué me refiero con “hacedor” o con “fabulador”, y no son más que trajes que nos ponemos, personalidades que decidimos tener. Y no son solo esos dos, también tenemos al pensador, al procrastinador, al mejorador.
El Pensador
Este es el personaje base, todos somos pensadores de alguna manera, producimos ideas de forma constante, nos preguntamos cientos de miles de “porqués” y hasta en ocasiones creamos verdaderas obras de arte. Pero el poder de pensar no es algo especial en nuestras especie, en ocasiones nos lo negamos, pero finalmente tenemos la capacidad innata de hacerlo, con lo cual esta capacidad y el producto de su uso, nuestros pensamientos, se convertirán de forma significativa en señaladores que nos designen en distintas categorías de acuerdo a cómo los utilicemos.
El Procrastinador
Es aquel que pide, que reclama, que impone su necesidad ante la de otros, el procrastinador es un simple derrochador del recurso más finito que poseemos, el tiempo.
A cada paso encuentra excusas para no hacer, mañana es siempre el día más idóneo, ayer la vergüenza de no haber hecho nada en su desidia, flotando cual mojón en la inhóspita vacuidad de su propia angustia. El procrastinador vive una pequeña muerte cada vez que se le comprime el estómago pensando en aquello que debería haber hecho o mirando con bronca como alguien tomó “su” idea y la convirtió en oro.
El Hacedor
Hablamos de aquel que piensa y hace, hablamos de aquel que tiene el oficio, el conocimiento, aquel que busca la verdad en cada uno de sus actos, y que lejos de quedarse en el pensamiento o en la idea fundamental, se expande hasta convertir la energía en materia. El hacedor es aquel que hace, es un alquimista, un verdadero transmutador.
Es alguien que lucha con la procrastinación y la vence, en pos de su propio arte. El hacedor además es alguien que deja algo de sí en cada cosa que hace, multiplicando así su alcance y su presencia en este mundo que habita.
El hacedor es a la vez un eterno buscador, es aquel que quiere resolver en tiempo y en forma, un rompecabezas en el que cada pieza es necesaria para poder ver la obra completa.
El mejorador
Este es un tipo de hacedor, que en lugar de partir de su propia idea enfoca su capacidad en mejorar alguno de los puntos de la cadena de producción, de manera tal que sea más económico producir, o más rápido o más eficiente. El mejorador también se para sobre los hombros del primer hacedor y puede crear algo nuevo a partir de una idea vieja.
El fabulador
Este individuo es el que crea un cuento, un relato, a partir de lo que hace el hacedor, esta historia creará una necesidad y así conquistará los corazones del vulgo con el fin de llevarlos a un punto tan álgido de compromiso, que habrá hecho nacer un deseo de adquirir aquello que el hacedor y el fabulador han logrado en conjunto.
En esa urgencia que domina a quien realmente desea algo, habrá un intercambio de energía entre unos y otros. Así el fabulador le habrá encontrado sentido y espacio a todo eso que el hacedor produjo.
El replicador
Este personaje es aquel que se encargará de replicar aquello que el hacedor/creador le brinda, con un ritmo que estará pautado por el éxito combinado del hacedor y el fabulador.
Los replicadores, son a su vez hacedores/procrastinadores, que emplearon sus manos en la tarea de replicar los sueños de otro, en lugar de los propios. Aunque esta no es una condición permanente ya que el replicador puede mejorar procesos agregando sus propias ideas a lo creado por alguien más y así convertirse en mejorador.
El hombre orquesta
Algunos, ya sea por habilidad, por experiencia o por necesidad, nos acostumbramos a vestir más de un traje al mismo tiempo. Y aunque esto sea una realidad que nos toca vivir nunca es el mejor camino, ya que de esta manera nos iremos alejando de la herramienta que más va a permitir que nos expandamos, delegar.
El hombre orquesta sabe ser un pensador que encuentra la forma de vender lo que hace, y que queda a la espera de conseguir los demás jugadores de su equipo.
Conclusiones
Estos personajes, no dejan soñadores, verdaderos adalides del comienzo de toda empresa, de ese primer paso que lleva a un gran viaje (el procrastinador obviamente no), serán aquellos que lleven sobre sus hombros cada avance, cada innovación, cada paso que demos hacia adelante, hacia la materialización de una idea, de una empresa, de un propósito.
Autor: Fabian Mesaglio
No hay comentarios:
Publicar un comentario