Pongamos la felicidad en contexto, porque sin algo que le dé un marco, ese sentimiento se convierte en algo tan subjetivo que se pierde en el mar de las experiencias de un océano de gente.
No todas las formas de felicidad son iguales, de hecho las reglas con las que podemos definir este sentimiento, son tremendamente distintas en cada ámbito, aunque podemos hacerlas coincidir en que casi todas son logros en el camino de nuestro propósito.
Es nuestra situación en el tiempo y el espacio la que nos va a dar los parámetros que definirán alegría como tal, un ejemplo básico es tener sed y encontrar agua, tener hambre y encontrar comida, amar y tener junto a nosotros a esa persona por la que daríamos la vida, estudiar y alcanzar lo que deseamos, trabajar en pos de un fin y llegar a la meta de esa carrera que nos propusimos.
La alegría en el trabajo
Cuando trabajamos, la felicidad es definida por el logro, por la conclusión de una tarea de forma exitosa, por el éxito obtenido en el camino hacia una rutina que sea tan efectiva para la empresa como para los que trabajamos en ella.
Somos realmente felices en el trabajo, cuando hacemos lo que nos gusta hacer, cuando la compensación es la adecuada y cuando nos permiten hacer las cosas con un ritmo que no aburra pero que tampoco nos deje con la lengua afuera.
Somos felices en el trabajo cuando el mismo se convierte en una espacio de pertenencia, donde nuestros pares intentan seguir el camino de la armonía y nuestros superiores trabajan en pos de lograr que todos los que participan de un proceso lo hagan de la manera más feliz posible.
Este es el punto en el que más debería trabajar una empresa, la felicidad de sus empleados, ya que un empleado feliz es un gran negocio y un empleado infeliz es la pérdida de muchas posibilidades!
La alegría del conocimiento
La vida siempre avanza y estudiar es una forma de ver reflejado el tiempo en acciones, lo que aprendemos en la vida por la simple acción y reacción de la prueba y el error, y lo que aprendemos de forma consciente, por decisión propia, para lograr lo que sea que deseamos lograr son parte integral de quienes somos y de cómo podemos alcanzar la felicidad.
Cuando estudiamos, nos ponemos un objetivo, y cada paso que demos en pos del mismo nos llevará a dos lugares, la alegría del logro y la desesperación que da entender que hay mucho más que no sabíamos y que ahora queremos saber. Es el mismo sinsabor que nos trae el final de una saga de libros, nos hace felices el llegar a saber que pasa al final, pero nos entristece saber que se termina.
La alegría compartida
Encontrar a aquellas personas que puedan compartir nuestra alegría es hacernos uno con el Universo y dejarnos fluir, mientras vamos compartiendo con el entorno y encontrando a otras personas que no sólo están en la misma frecuencia que nosotros, sino que además comparten nuestros gustos, nuestras penas, nuestras sonrisas.
Esa felicidad que encontramos cuando alguien se suma a nuestro camino y toma la decisión de acompañarnos, ese es el momento en que logramos volvernos locos juntos. Parejas, amigos, hermanos, compañeros, padres, todos seres que se hacen parte y por tanto nos acompañan, haciendo que sus experiencias enriquezcan las nuestras y viceversa.
Encontrar a esa gente y dejar que entre en nuestro camino, será parte de nuestra posibilidad de ser felices, pero la primera tarea es saber cómo lograrlo solos.
La alegría en la vida
La alegría en la vida es caos!, es entender que somos dueños de algo tremendamente valioso, mucho más raro que lo más extraño en nuestro Universo, que en su vastedad infinita se mantiene prolijo, estable, homeostático, y que espera nuestra llegada para que lo alteremos, para que le propongamos un grito profundo y a la vez, alguien que lo escuche, o se maraville.
Encontrar qué nos hace felices es simplemente dejarnos ser, detener todo por un rato y sentir, darnos cuenta que no podemos utilizar la mímica en este caso, ya que lo que hace felices a otros no tiene porque tener el mismo efecto en nosotros. Así, buscar la felicidad es un acto consciente en el cual sólo nos tenemos permitir sentir.
La alegría de la libertad
La libertad puede ser el ápice de la alegría y a la vez el más absoluto de los miedos, ya que aquel que es libre también es dueño y responsable de lo que le suceda. Ademas necesitamos tener en cuenta que, no se puede ser feliz y libre sin un compromiso por vivir el hoy, de otra manera el pasado y el futuro se van a encargar de proponerte vivir en ellos, y no hay forma de revivir el pasado ni manera de acelerar el futuro, con lo cual la alegría es un imposible.
La alegría del éxito
Para poder tener éxitos, hace falta tener propósitos y tener un propósito es darle orden a la entropía de los deseos de una mente que trabaja de forma cuántica, en un millón de niveles al mismo tiempo y que se esfuerza para concentrarse en un solo camino. Un camino que al ser elegido, nos presentará una serie de hitos, que serán verdaderas metas en pos del propósito que hayamos elegido y por consiguiente tendremos la chance de sentir la felicidad en el camino de nuestro éxito.
El camino a la alegría
El camino a ser felices es una decisión, no importa si lo tenés todo o estas completamente despojado, no importa si estás rodeado de gente o sólo en el medio de la nada, la felicidad no está en lo que te rodea y sabemos que es así porque podés estar triste teniendolo todo y podes estar felíz en la más absoluta de las miserias. La alegría es tu decisión, es tu espíritu de aventura, es tu libertad, son las rutinas que te conforman, son las metas que te proponés y lográs.
No hay un camino hecho, el camino lo vas a hacer andando y sintiendo, pero por sobre todas las cosas, decidiendo ser feliz. Y es por todo esto, que "la alegría", es un "ARTE", porque depende de un esfuerzo consciente por permitir que nuestra persepción nos muestre la mejor de las caras de nuestra existencia.
Autor: Fabian Mesaglio
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