martes, 17 de mayo de 2022

Del cultivo a la cosecha


 

El cultivo

Decidirnos a cultivar algo en este mundo y en estos tiempos es de por sí un acto de osadía, vamos a desafiar al tiempo, al clima, a la sociedad toda, con el fin de ser capaces de  poner algo fuera de nuestra vista, con la esperanza de que esto se desarrolle y esperando poder intervenir para mejorar o al menos para evitar que aquello en lo que ponemos esperanza se malogre. 

Serán nuestras manos o nuestras acciones las que pongan la semilla en acción y nuestras actitudes y aptitudes las que van a coquetear con el factor suerte para intentar llevarnos todo el camino hasta el éxito. 

Todo esto que somos cuando comenzamos, no debería acabar siendo similar a esa persona que terminaremos siendo al final del proceso.

El qué, el cuándo, el cómo

El momento previo a toda siembra conlleva la preparación de cara a los resultados que esperamos. Cuando no sabemos, las expectativas son altísimas, nos ilusionamos con la cosecha, sin darnos cuenta que el camino está esperando que lleguemos a él con las suficientes herramientas para recorrerlo. Y que de no ser así, nos va a educar de la manera en que el camino educa, mostrando nuestros errores en cada resultado. 

Y aquí estamos, comenzando frente a aquello que deseamos, en patas y mal abrigados, con los ojitos llenos de esperanza y con el sabor del éxito futuro paseando por nuestro paladar. 

Este es el momento en el que cualquiera con experiencia te va a pedir que bajes las expectativas o eleves tus conocimientos, dado que una vez que lo hagas las expectativas van a acercarse un poco más a la realidad. 

La siembra

Cuando sembramos estamos entregándonos a un proceso de creación, donde en un camino de aprendizaje llegamos al punto en que creemos que sabemos lo suficiente como para aventurarnos a una actividad en la cual no todos los factores dependen de nuestra intervención, aunque sí dependerá pura y exclusivamente de nosotros el reducir los factores fuera de nuestro control al mínimo. 

Todos aquellos conocimientos previos que hayamos adquirido serán una ventaja en nuestra capacidad de prever y asistir a lo que estemos emprendiendo. 

El cultivo

Tiramos los dados por primera vez y ya nos encontramos en el medio del juego, aquello que sembramos se desarrolla y requiere de nuestra atención a cada paso, porque no solo está creciendo aquello que plantamos sino que estamos comenzando a crecer nosotros, ya que cada vez que observamos, aprendemos desde lo empírico aquello que antes de la siembra era tan solo teórico. 

El trabajo en esta etapa pasa a ser en parte manual y en parte introspectivo, ya que aquello que internalizamos en este punto pasa a formar parte de nuestro “ritmo de cultivo”, o del ritmo de nuestro emprendimiento. 

El ritmo de cultivo

Este es nuestro diferencial, lo que va a hacer que tus resultados y los míos sean algo distintos aunque estemos siguiendo la misma receta y afectará tanto al monto de producción como a la calidad de lo producido, no solo en la cosecha final, sino en las que vengan, donde habremos logrado ser un mejor engranaje en esta cosa de cultivar y cultivarnos. Donde se habrá aguzado la mirada, donde se habrá puesto más exquisita la nariz, donde la experiencia se convertirá en el mejor nutriente posible.

Mis resultados podrán ser evaluados, pero mi diferencial será esa huella única, esa receta distinta, con la cual podré guiar a otros hacia un fin similar al que busco y esto por supuesto, será pautado por mis propias expectativas. 

La cosecha

Cuando finalmente llega el momento de recoger lo que hemos sembrado y lejos de lo que todos creemos, la cosecha no es una meta, sino tan sólo un hito, tomamos los frutos de nuestra espera y con ellos debemos continuar el proceso para llegar a aquello que aspirabamos.

Prácticamente todos en esta vida sembramos algo, aunque no siempre estemos hablando de algo físico, lo esperado, eso que viene, no es más que un retorno de aquello que hayamos invertido. Todo en este sendero es un quid pro quo, donde nuestra moneda de cambio es el tiempo y obtenemos resultados desde lo que invertimos. 

Iteración con mejora continua

El planteo está en buscar la forma de repetir el proceso mejorando los resultados. Lo que viene en este momento es mirar hacia atrás identificando qué cambios podemos realizar para la próxima vuelta, para que nos enriquezca tanto como a nuestro cultivo, empresa o aprendizaje.

Es algo que muchos se convencen de no necesitar hasta tanto llegan a este punto en el que salimos de lo incongruente del deseo, para sentir ese bichito que nos pica y nos dice al oído, “y si ahora probamos con…”.

Esa aventura pura y constante en cada una de nuestras travesías, es algo que nos ofrece este camino. Intentar, mejorar y volver a intentar. Alterando en cada paso todas las variables que logremos identificar que pueden ser mejoradas y en las cuales podemos proponer pequeños hitos de alternancia, lo más estudiados que nos sea posible. 

El producto

En este momento aquel que cultivó está esperando probar sus resultados, pero lo que no sabe es que la parte más importante es la que no se cosecha, la que queda en nosotros de cara a hacer algo mejor el dia de mañana, esa parte que se nos une convirtiéndonos en verdaderos escalones para los que vienen, en esa pieza imposible de reemplazar para lograr resultados que logramos con nuestro saber y nuestros ritmos, a partir de soltarle la mano a la ansiedad en pos de la paz que nos trae el saber. 

Muchos creen o hacen foco en los montos de la producción, en el “éxito” obtenido, pero el producto siempre somos nosotros, eso que éramos al comenzar y esto que somos hoy después de haber vivido la experiencia será un logro por el solo hecho de habernos aventurado, pero si además hemos aprendido, si nos tomamos el tiempo para rever tanto nuestros errores como nuestros aciertos, habremos crecido realmente.  

Sobre todo nuestro nuevo y mejorado “yo” será una nueva sensación, una forma de enfrentar la vida armados con la mejor sonrisa, con herramientas de iteración y aprendizaje constante, ya que esta vida de cultivadores es la que nos propone la realidad de haber encontrado un propósito, el propósito de siempre ser mejores.

Autor: Fabian Mesaglio

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