lunes, 22 de junio de 2020

Volver a la fuente





Por algún motivo tendemos a alejarnos de nuestras raíces, permitiendo que capa tras capa de abstracción nos atenúe la pureza causada por el logro en aquello en lo que realmente somos buenos. Eso que nos hace artesanos en alguno de los aspectos de la vida, que si somos afortunados tuvimos la suerte de encontrar en el camino, como una guía que seguimos para crear procesos mentales.
Trabajar puede definirse como una ocupación retribuida, aunque existen tareas que realizaríamos sin pago alguno, las desviaciones de nuestro método adquirido o las tareas que no nos sean de agrado, requerirán al menos de una compensación para ingresar a ser parte de nuestra rutina. Por eso es que Confucio sabía decir, escoge un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar un sólo día más de tu vida.

El ser humano se adapta al medio hasta que puede adaptar el medio para sus propósitos, sean o no los que más le convienen, tendemos a ser cortoplacistas en cuanto a la definición de nuestras necesidades con respecto al beneficio causado por la resolución de las mismas.

Los gerentes nos alejamos de las tareas operativas con el fin de cambiar el foco y muchas veces al hacerlo perdemos lo que nos hizo capaces de llegar a ese preciso lugar. Y cuando nos alejamos de la fuente, nos debilitamos, o tememos. Quizàs porque solemos olvidar que frente a nosotros siempre hay posibles caminos a tomar que nos pueden hacer volver a la senda.

Redefinamos el éxito


El triunfo es un evento definido por una serie de parámetros, un logro, llegar a una meta y sonreir por algo que nos causa el placer de haber realizado una tarea como se debe. Algo encastra en nuestras mentes y se lleva todo el estrés causado por el esfuerzo, por la resiliencia personal. Es esa habilidad que nos permitió escalar ese hito hasta llegar a la solución que antes de nosotros no estaba, la que nos permite esa sonrisa.

Pero el éxito y llegar a la meta no tienen que ver con la felicidad, ser feliz es disfrutar del proceso por el cual se llega a ese lugar. Sin duda alguna es más importante el camino que la llegada.

Así se ponen frente a nosotros caminos que son parte de un mismo sendero, y que nos muestran que todo el secreto yace en el lugar en el que pretendamos pararnos.

El camino del especialista


Es el camino del artesano, de aquel que busca encontrar la esencia de algo para poder construir a partir de ella, para llevar su especialidad al nivel que sigue. Es quien continúa en un camino que lleva a la perfección en la tarea que lo atañe.

El error es no entender que en la repetición, el análisis y la resiliencia, yace la amalgama del éxito del especialista. La práctica, finalmente, hace al maestro.

El camino del líder


Es un especialista de sí mismo, quién lidera carga con la responsabilidad de mirar más lejos, de observar antes de que las cosas lleguen, su función es prever, es tomar decisiones a partir de los datos y en pos de un plan, contemplando el bienestar de aquellos que son liderados.

Tomará senderos que no siempre serán comprendidos pero que buscarán como fin la mejor llegada posible a una meta. Tomando la delantera para poder guiar con el ejemplo, sintiendo el camino para que nada ni nadie lo interrumpa. Para que cada puerto al que se decida llegar sea una realidad compartida.

El camino del team player


El equipo es la base de la evolución de la especie, ese momento primal en el que entendimos que al unirnos a otros nos potenciamos. En el que utilizamos nuestras ventajas lógicas para aumentar nuestra efectividad multiplicandola por cada persona que se integra a nuestro plan.

Nos coordinamos en nuestra capacidad de convertirnos en engranajes necesarios de algo más grande que nosotros y nos subordinamos para unirnos a un fin común, entregando todo aquello que aprendimos para nutrir a los que nos rodean, sembrando aquello que nos hizo parte del grupo y cosechando beneficios para todos.

El camino que nos toca


Creer en la trampa del azar es dejar al fondo del cajón la voluntad, es no creer en nosotros como artífices de nuestro destino, es claudicar nuestra capacidad de elegir aquello queremos hacer en el camino hacia la meta.

Porque si queremos ser especialistas podemos, sólo tendremos que enfocarnos en estudiar y esforzarnos en para ser cada día mejores en esa tarea que nos propusimos. Porque si queremos liderar, tenemos que tener esa pasión en las venas y la suficiente resistencia al fracaso como para poder llegar a destacarnos dirigiendo.

Porque salvo que vayamos solos por la vida, necesitamos ser uno con los grupos a los que nos sumamos y entender que no hay ni arriba ni abajo, tan solo un camino por el cual, si somos afortunados, tendremos que marchar codo a codo con aquellos que siguen la misma senda.

Volver a las fuentes es poder observar lo que hacíamos con una nueva mirada pero con la satisfacción que nos supo producir, es encontrar refugio y alegría en ese lugar en que decidimos estar parados, es caminar hacia la meta seguros de lo que aportamos y del lugar que decidimos tomar en el gran esquema que se nos pone delante.

Y si te quedan dudas cuando despertás cada mañana, quizás deberías estar preguntándote, ¿qué te gustaría estar haciendo hoy?, ¿En qué sos excelente?

Autor: F. Mesaglio




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