lunes, 29 de junio de 2020

Ilusión de control




Vivimos en un universo de caos, de hecho la entropía es por definición, evolución, pensémoslo, la coherencia absoluta nos lleva de la mano hacia un punto de estabilidad, de falta de cambio, de permanencia.

Al despertar muchos comenzamos a decidir, buscando el absoluto control de lo que sucede a nuestro alrededor, creyendo que las cosas pasan porque las causamos. Y si en algún momento pensáramos en la cantidad de eventos que son necesarios, para que eso en lo que participamos sucediera, nos daríamos cuenta de lo poco que influimos en la realidad de la cosa misma, si lo viéramos desde la perspectiva del átomo la configuración eventual es incalculable y si lo observamos desde el universo, el suceso en sí, es insignificante.



Lo más gracioso es que esa ilusión, en la que las cosas pasan porque las provocamos, es la misma que nos llena de estrés cuando, en el mismo acto de locura, sentimos que “perdemos control”, ese que realmente jamás tuvimos.

Acción y reacción

Ok, no me salten al cuello que las leyes de Newton, las conozco, la 3ra, “Si un cuerpo actúa sobre otro con una fuerza (acción), éste reacciona contra aquél con otra fuerza de igual valor y dirección, pero de sentido contrario (reacción)” habla de lo que podemos provocar en lo inmediato y en lo físico con una acción determinada, pero no tiene en cuenta todo eso que se tuvo que dar para que llegáramos a ese preciso instante. Newton, contempla la física de la reacción, pero desde que aprendimos sobre la palanca y el fulcro, aplicamos menos fuerza y logramos mayor reacción final.

En la mente este concepto nos demuestra como podemos amplificar una reacción mucho más allá de la acción que la causó. A nuestra imaginación las reglas de la física de Sir Isaac le importan poco. Al punto en que intentamos ser inamovibles en un mundo con cosas imparables. Vamos cargados con nuestra lógica y nuestros recuerdos, les ponemos pizcas idiosincráticas, cultura, mandatos y cuando revolvemos nos encontramos blindados por ese superyó que dictaminará nuestra interface humana, nuestro comportamiento y finalmente, nuestra reacción.

La mariposa y sus alas

Considerando esta gran sopa cuántica a la que vivimos como a un sistema dinámico caótico, se plantea que cualquier mínima discrepancia sobre las condiciones iniciales de un sistema podrán generar un efecto considerable a corto o mediano plazo. La teoría del caos nos lleva de la mano a visitar un lugar extraño en el cual las alas de una mariposa en Buenos Aires causan un tifón en Jiangsu al Este de China.

Parados en este lugar, consideramos que cada acción es capaz de afectar el todo y vamos cargando con esta responsabilidad por la vida así como así.

Meditemos


Meditar es vaciar la mente, es hacer un break real, desenfocarnos para permitir el foco, salir del multitarea y en ocasiones, tan sólo hacer caso al sonido de nuestra respiración. Eliminar la enorme cantidad de tareas mentales a las que nos dedicamos de forma constante es hacernos un espacio donde el “yo” puede desaparecer un rato, permitiendo que el “no estímulo” abra la puerta hacia ese lugar en el que las cosas pueden realmente ser vistas.

Cuando meditamos le damos una mano a nuestra mente para ver la realidad sin los aditivos sociales del Superyó, permitimos que el yo descanse y que el ello se deshaga de sus males, del ego, de los preconceptos, de las dudas, del recuerdo y de la precognición. Es prestar atención al ahora de forma intencional, sacar todas las variables posibles hasta que solo quede el ser y la nada, o el ser y el todo. Es la deconstrucción plena que lleva a la posibilidad de hacer que cada pensamiento vuelva a renacer.

Quizás así logremos ser una página en blanco en la que todo sea posible, sin márgenes, ni renglones, ni límites. O tal vez podamos ser un vaso vacío al cual llenar con más sabiduría.

La meditación nos libera del primer limitante,... ese que ves reflejado en el espejo, esa voz en off que te está leyendo estas palabras ahora mismo.

Mente sobre materia


Creamos nuestra propia realidad hacia adentro de nuestras mentes, nuestra reglas, definimos qué nos molesta y que nos atrae. Definimos los parámetros mediante los cuales vamos a medir nuestro éxito o el de otros.

Construimos sobre lo que sabemos y utilizamos lo que aprendimos como amalgama de conceptos, como escalas de leyes, de esas que podrían encadenarnos a tierra así pudiéramos volar.

Elegimos lo que nuestros sentidos van a percibir, como decoramos cada evento o suceso y reaccionamos ya sea adaptándonos al medio o adaptando el medio a nosotros. Por eso como ya lo dije tantas veces, el camino no cambia pero podemos decidir cómo recorrerlo, qué tanta importancia darle a cada situación que vivimos y cómo capitalizar al máximo el tiempo que pongamos en cada una de ellas.


Autor: F. Mesaglio




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