miércoles, 27 de mayo de 2020

Medir para mejorar


El director comercial de Octopus, Guido Commenge, suele decir una frase “Lo que no se mide, no se mejora” y nos muestra como -con una simple toma de datos a través del tiempo- podemos mejorar cada proceso, midiendo cada acción y determinando que hacer a partir del resultado.

Así es como nos vamos encontrando con herramientas que nos permiten controlar y asentar caminos estratégicos y utilizar los resultados como escalones y guías de mejora.

En un mundo tan complejo a nivel de interrelación de empresas, tareas y productos, la visibilidad de los efectos de nuestras decisiones tomadas es el único camino certero que tenemos hacia el éxito. Si medimos a partir de un tiempo dado encontramos patrones, conjuntos de causa y efecto que nos permitirán crear estrategias que funcionen con una probabilidad altísima, algo así como decidir teniendo el diario del lunes.

¿Y qué medimos?


La respuesta no es tan simple, pero tampoco imposible: encontrar los parámetros para medir acciones ejecutadas dependerá de cada área, de cada tipo de tarea, de cada proceso. Por tanto es aquí donde necesitamos detenernos a pensar y definir los criterios para efectuar las mediciones. Buscar los ciclos y los patrones que se repiten, identificar el impacto y qué es lo que se modifica ante una determinada acción.

A partir de la repetición de las mediciones y los resultados de las mismas podremos ir haciendo un mapa reactivo, para que nuestros parámetros iniciales sean la columna vertebral de las nuevas estimaciones y un punto de partida para nuestras mediciones a futuro.

Las mediciones más sostenibles serán las que tomemos a partir de datos ciertos y racionales, mientras las que se tomen a partir de subjetividades deberán ser revisadas de forma constante de manera que las certezas vayan desplazando a las incertidumbres para que las nuestras muestras sean cada vez mas precisas.

¿Cómo lo medimos?


Este es un punto muy amplio que diversifica bastante el concepto, pero es un caminito, lo primero que haremos en cualquier tipo de proyecto es un “reality check”, es decir necesitamos sacarle una fotografía a nuestro ahora y pensar en qué cosas quisiéramos lograr de nuestro futuro… y prever las acciones a tomar y pensar en qué parámetros haremos foco para poder medirlos. Así con los resultados en la mano podremos ver que tan acertados estábamos.

Por lo tanto, si nos dedicamos a vender fósforos y creamos una caja nueva con un led para que se pueda ver en la oscuridad, mediremos cuánto se vendía hasta hoy y volveremos a medir dentro de un mes. Pero a la vez sabemos que hoy fue una gran idea porque el costo de los leds es ínfimo pero qué pasaría si estos subieran de precio, cómo afectaría esto nuestros costos, y ahí tenemos otro punto a medir. De esta manera y sumando de a poco mediciones tendremos un panel de pruebas que nos permitirá en un futuro y con los suficientes datos, prever el comportamiento del mercado, de los costos, de nuestro target de clientes, etc...

¿Cuándo lo medimos?


Una vez más, va a depender de cada cosa que queramos medir, de su periodicidad, de la estacionalidad. De los ciclos de cada producto o proyecto, pero de mínima, tendremos una medición inicial, que va a ser nuestra base, el set de datos contra el que contrastaremos las demás mediciones. Y la definición de los bloques de tiempo que mediremos, teniendo en cuenta el tiempo que nos llevará la medición en sí (error bastante común no tenerlo en cuenta).

Podríamos medir de forma reactiva, por ejemplo cuando suceda algún cambio que redefina las reglas de mercado. O planificada, cada n cantidad de tiempo. O mixta, pero cuántos más datos tomemos en cuenta, mayor será la precisión de nuestras previsiones.

¿Para qué medimos?


Alguna gente dice que medimos porque los humanos no podemos con el concepto de infinito, porque necesitamos metas y propósito y sin medir no podemos calificar ni sabemos cuándo terminar.

Medimos para poder prever y para poder actuar y mejorar. Medir sin esperar a los resultados finales nos da margen para actuar y corregir si hace falta, y así invertir más tiempo de trabajo si nos quedamos cortos, rever tecnologías o inclusive adaptar el producto si el mercado cambió. Medimos por ejemplo porque en economías inflacionarias o inestables necesitamos saber en dónde estamos parados en todo momento, de otra manera tenemos el enorme riesgo de quedarnos sin recursos a medio camino.

Es decir, medimos principalmente porque es una gran forma de ver cuánto camino nos queda hasta la meta y si tenemos todo lo que necesitamos para lograrlo.


Conclusión


Cuánto más medimos mejor preparados estaremos frente al cambio del entorno, para crear mejores proyectos, medimos porque es la forma de crecer y mejorar en cada paso que se da con más datos, medimos porque es la forma de comprobar que un camino es mejor que otro y finalmente medimos porque de esa manera somos nosotros los que nos enfrentamos al futuro en lugar de solo quedarnos esperando a que llegue.

Autor: F. Mesaglio




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