Una de esas tareas que nos tocan a los que dirigimos es la de intentar dilucidar si un prospecto sirve para nuestros propósitos o no.
Una acción que muchos realizan de forma casi maquinal y que debería llevar mucho más preparación, saber ese “qué queremos saber de la persona” y por tanto, lo primero quizás sería preguntarnos qué es lo que estamos buscando y así elegir mejor a donde apuntaremos en la entrevista. Entender que para que una entrevista funcione, lo que vemos y lo que oímos de la persona necesita ser compatible y darnos cuenta que si aprendemos a hacer foco esto sucederá menos pero nos permitirá obtener mucho mas de nuestros entrevistados.
La primera impresión
En los primeros segundos de una entrevista obtendremos datos esenciales, la forma de mirar, la forma de dar la mano, el esquema postural y finalmente el comienzo del set de los microgestos.
Comenzar a hablar con un interlocutor que te mira a los ojos es un gran comienzo, demuestra seguridad y confort. Las miradas esquivas son una forma de decir “temo que veas lo que no te quiero decir”, también son signos de poca auto-confianza o simple sumisión. Y para saber en cual de estos perfiles estamos viendo dependerá de nuestra habilidad para leer todo aquello que realmente no nos están diciendo.
Estas son características que podemos reconocer a partir del lenguaje corporal y los microgestos. Una persona que se frota las manos está desesperada por contar algo o preocupada por que algo no se note. En un momento así el entrevistador puede tomar dos caminos, enfocar la mirada en los ojos de la persona o presionar enfocando en las manos.
Esto generará un punto de quiebre en la entrevista. Dado que pondremos un tanto incomoda a la persona para buscar la reacción.
Saber sobre estos procesos nos permitirá identificar situaciones que pueden ser críticas al insertar un nuevo recurso en un grupo con comportamientos que pueden o no cuadrar con nuestros equipos.
La 1ra entrevista y primeros momentos
Si fuimos lo suficientemente diligentes, nos tomamos el tiempo como para leer el currículum del candidato antes de entrevistarlo. Con esto ya sabemos cuales son las aptitudes que el prospecto dice tener y los mismos pueden ser revisados con un simple examen técnico. Por tanto quedamos con la gran oportunidad de utilizar el tiempo de la entrevista para ver los valores y las reacciones de la persona.
Tenemos que partir desde el lugar del entrevistado y ponernos un momento en su piel, exponerse es difícil, contar cosas personales, tasar la propia persona, y todo eso sin que se noten esos puntos que el entrevistado considera detrimentales.
Determinar el foco de la entrevista es el primer paso, que necesitamos saber de la persona según el puesto y la gente con la que nos proponemos ponerlo a trabajar.
Por eso quizás nuestra mejor herramienta en una entrevista es la sonrisa, la misma tendrá el fin de tranquilizar y allanar el terreno para una charla que necesitamos sea lo más coloquial que sea posible. No queremos ver al personaje que armó para la entrevista, queremos ver a la persona que sería una vez que se saque la “mascara”.
Así, vestidos con la mejor de nuestras sonrisas nos presentaremos llamando al entrevistado por su nombre, tendiendo una mano firme y manteniendo contacto visual, agradeciendo la deferencia de la visita y ofreciendo algo para tomar, mostrando preocupación por cómo llegó a la entrevista. Mientras hacemos todo esto y bajamos la ansiedad del interpelado, es nuestra tarea la de comprobar cada reacción a cada acción.
Cómo una persona comienza una charla, cómo da la mano, como contesta a las primeras preguntas, nos hablará de su condición dentro de la entrevista, si va a querer dominar la charla -cosa que de darse debemos permitir porque es enriquecedor- o si va a tomar una postura pasiva esperando las preguntas.
En este momento contamos un poco sobre la empresa, si vemos que la persona tiene conocimiento sobre la misma haremos esta parte de la charla más breve y sabremos que esa persona se tomó la entrevista seriamente y que tuvo la inquietud de aprender.
Desarrollo de la reunión
A partir de acá permitiremos que nos cuente lo que ya vimos en su currículum, y en el momento en que lo creamos conveniente nos moveremos a un lugar más personal, familia, hobbies, actividades.
Eso busca descontracturar aún más, si no logramos que descontracture tendremos que repetir el ejercicio en entrevistas subsecuentes.
Trampas
Tendremos que armar nuestra mochila de trampas de a poco, llevar a la persona a extremos mínimos con el fin de ver reacciones. Contar un chiste malo, generar complicidad con algún comentario malvado, o político, o simplemente con desviar la conversación para no permitir “cuentos” armados, que finalmente solo nos harían perder tiempo.
No recordar a drede algún dato del currículum con el fin de que el recurso nos corrija, ese solo punto nos va a hablar mucho de su actitud al corregir, agresividad, pasividad, amabilidad.
Microgestos y charlas posturales
En todo momento necesitamos estar atentos a la postura, al tipo de lenguaje, a las manos, a la posición de los hombros, a la tensión en los mismos. Ya que de la observación tomaremos un sinfín de datos, de los gestos involuntarios, de los furcios, de las partes de la conversación en las cuales el recurso intenta no hacer foco. Todo esto conforma una “segunda charla” en paralelo que sabe ser mucho más enriquecedora aún que la charla principal, dado que los gestos expresan hasta lo que la persona no quiere decir.
Según el cargo para el que lo estamos entrevistando este proceso llevará más o menos, ya que en posiciones en las que se va a liderar gente, es mucho más el recaudo que debemos tomar, ya que de esa persona dependerán nuestras mayores herramientas, nuestra gente. Esto no quiere decir que otros cargos no requieran de nuestra atención tan sólo que necesitamos más foco en la estabilidad emocional de la persona.
Con el tiempo nos acostumbraremos a ver mas de lo que nos muestran. Y nos enfocaremos en los datos que realmente nos interesan del recurso y en cómo los compatibilizaremos con el resto de la empresa.
Y recordemos esa primera impresión tiene dos caras, porque de alguna manera también nosotros estamos siendo entrevistados, así que necesitamos ser pulcros pero descontracturados, enérgicos pero pacientes, inteligentes pero sin que se note, de manera que podamos hacer foco en todo lo que la persona reprime.
Una entrevista no es algo trivial así llevemos adelante 100 por día, en cada entrevista tenemos la oportunidad de sumar a alguien a nuestras fuerzas pero también tenemos la oportunidad de aprender, ya que cada persona que conozcamos nos dejará alguna enseñanza sobre ella, pero aún más importante será lo que aprendamos de nosotros mismos.
Autor: F. Mesaglio
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