miércoles, 27 de mayo de 2020

Introspeccion evolutiva




Los monjes en el Tibet hablan de la meditación, de la posibilidad de detener todo a nuestro alrededor, de pensar en nada para hacernos uno con el todo circundante. La idea es aumentar la capacidad de enfocarnos en algo. Apreciar todos los detalles, lo bueno y lo malo de la situación, cambiar de óptica para poder evaluar algo desde otras perspectivas.

“Tomarnos el tiempo”, es una frase bastante usada y muy poco practicada, contemplar algo para poder arreglarlo o mejorarlo parece un concepto proveniente de otras épocas, hoy nos rodean tantas cosas que no distraernos, sería una proeza y por tanto nos relajamos a confiar en lo que se nos dice.

La desobediencia es un acto necesario en la fase de descubrimiento, es ver por nosotros mismos que esto puede aportar miles de ventajas y sin lugar a dudas aprendizajes para quién desobedece. Esto no quiere decir que reinventemos la rueda o que nos neguemos a un 2 + 2 , pero sí que ahondemos un poco más en el porqué de las cosas, de esa manera podemos encontrar quizás, que en otras industrias tienen resueltas cosas que le sirven a la nuestra, que quizas no solucionen todo el camino, pero si una parte de él.

De esta manera, si conseguimos contemplar un problema y le dedicamos el suficiente tiempo, foco y esfuerzo quizás podamos encontrar nuevos caminos partiendo de un mismo sendero. Si bien grandes inventos provienen de errores son muchos más los que provienen del estudio y el foco.

Que vengan de a uno


No existe persona sin problemas, ni quién pueda combatir con todo al mismo tiempo, de esa manera el principio de toda introspección sabe ser muy ruidoso, todo eso que nos da vuelta y a lo que parece que no le prestamos atención está ahí mismo, demandándola. El enfoque nos permite acallar todo y comenzar a ver las cosas una a una.

Es en este preciso instante en el que podemos comprender la diferencia entre ver todo de todo y ver todo de una sola cosa, de golpe el tiempo se detiene y los datos del objeto de nuestro estudio, comienzan a tomar preponderancia, vemos lo que conecta al sujeto de nuestro análisis con el resto de su universo.

Y si seguimos ahondando en nuestro camino de evaluación, comenzaremos un proceso de abstracción, quitando todos nuestros sentimientos hacia la cosa que estudiamos y cuando lo logremos, habremos adquirido la capacidad de lateralizar esa abstracción, pudiendo a partir de aquí, incorporar lo aprendido como un cúmulo de datos que nunca fueron tan útiles como cuando eso, en lo que nos enfocamos, era parte de un universo de muchas cosas.

El lugar en el que nos paramos


Comprender que para poder analizar algo, no podemos estar parados siempre en el mismo lugar es una de las cosas que puede cambiar el juego completamente. Porque ante el análisis introspectivo, tenemos la posibilidad de ponernos en el lugar de otros, no necesariamente la capacidad, la cual debemos ganar aprendiendo, con el fin de poder adoptar otro punto de vista y ese aprendizaje obligado por la necesidad de la variación de perspectiva, es la gran ganancia de la evaluación introspectiva de un evento u objeto, nos lleva a una evolución personal constante. Ponernos en el lugar del otro, nos presta consciencia, y con ella conocimiento, oportunidad de obtener una variedad de acciones a tomar y no solo esa única con la que “venimos de fábrica”.

Es en este punto en el que nos damos permiso para descreer de otros, para limpiar preconceptos, para darle la mano a la “lógica del neófito”, para volver a hacernos las preguntas que hicimos cuando no sabíamos nada y de esa manera encontrar soluciones donde el desconocimiento inicial tan solo pudo plantear dudas. Tan sólo con este acto, habremos vuelto a encontrar como subir un peldaño más en nuestra evolución.

El ombligo


El problema con el foco en el propio centro tiene que ver con la óptica y el valor, es decir que si bien todo lo vemos desde nosotros, perdemos la posibilidad de enriquecer las opciones en nuestra caja de herramientas, al negarnos a entender que hay cosas que orbitan nuestro centro pero que nosotros ciclamos también órbitas ajenas. De esta manera, dentro de la soledad de nuestra introspección obtenemos atisbos de una red que conecta todo con todo, que puede partir desde nuestro ombligo pero que finalmente nos permite cambiar de lugar con cada nodo de la red que podamos dilucidar.

Cerrar


Una parte importante es aprender de finales, una vez que lleguemos a ese estado en que todo lo vemos, porque realmente ese todo está en nosotros, será el momento de salir de este lugar tan cómodo que hemos forjado y llevarnos de él todo el aprendizaje posible, con total desapego, sin una intervención personal que no apunte a la comprensión por la comprensión misma (doble negación Fabian!), a la resolución de los puntos que nos conflictúan, a la mejora que buscábamos, a esa evolución que viene de la mano de cada vez que logremos hacernos tiempo para mirar la vida como un momento para crear, lograr y crecer, como una sucesión contínua de eventos en los que tenemos la oportunidad de ser más que nosotros mismos hace un minuto atrás.


Autor: F. Mesaglio


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