El estado de ánimo de cada persona en un equipo contribuye no sólo a la convivencia sino a la calidad final de todo proyecto que se encare. Así la motivación se convierte una herramienta de uso diario, y sin ella la gente va a trabajar sólo por un sueldo. Cuando este se convierte en el único factor motivacional, cualquier cambio en la economía puede dejarnos un equipo desmotivado, decaído, ya que su único motivo es monetario.
Esta es una situación que depende enteramente de quién dirige. Y es quien debe dar una dirección, marcar un camino, otorgar un “por qué” a cada una de esas personas que nos toca liderar en pos de un fin, un fin que trascienda el vil metal, que sea aspiracional, que cada paso en dirección a la meta deje algo desde lo cognitivo, desde lo personal, inclusive desde lo emocional.
Primero, motivar desde uno
El primer motivador debe ser uno mismo, tenemos que visualizar el camino y hacerlo nuestro. No podemos pedirle a otros que nos sigan si no estamos completamente convencidos de la senda y de la dirección que estamos tomando.
Quien dirige tiene que ser el primero en llegar y el último en irse, el que sonríe en las situaciones más difíciles, aquel que tiene que tener la palabra justa en el momento necesario.
Tiene que ser escudo y defender la paz de su equipo, de quién y cuántos sean. Después de todo es muy flojo el líder que permite que el miedo y el estrés sean su fulcro.
De esta manera nos convertimos en el primer motivo para nuestro equipo, inspirar desde el ejemplo, trayendo siempre energía positiva.
Motivación y ruedas positivas
Una rueda positiva es un concepto de suma constante. Yo hago algo bueno por alguien que hace algo mejor por otro, y este último termina realizando algo bueno por mi; de esa manera nos convertimos en engranajes de ese sistema positivo. El gran secreto de este enfoque es prestar atención a cada engranaje y lograr que rote en el sentido que debe, porque de otra manera podría detenerse el “mecanismo” y hasta romperse.
En una rueda positiva cada uno de los miembros es crucial, cada engranaje es responsable de que otro pueda hacer su trabajo y si cada quien hace lo que debe, todo el constructo avanza exitosamente.
Motivación y felicidad
“Ser feliz es encontrar un motivo”, este es el epítome del control de masas. Una persona con una meta es una persona enfocada en llegar y por tanto será alguien que buscará caminos y avanzará. Sabe qué hacer y así no hay estrés más allá del causado por la ansiedad de llegar a esa meta.
Mientras tanto, aquel que no tiene camino avanza perdido y sin rumbo; ya que no es posible llegar a ningún lado si no sabés a dónde queda, sin entender qué sendero tomar.
No tener un fin…. causa un miedo que se disgrega y queda flotando en lo inhóspito del no saber, en el estrés que nos causa no tener un destino, en la tristeza que causa el no tener un objetivo.
Nunca caer en la nada
Mantener la mente activa y siempre en algo, todo lo que se haga y se aprenda suma como un engranaje más.
En la antigüedad, se encontraron con la incógnita de qué hacer con el ejército mientras no estaban en guerra… Y fue así como los estados comenzaron a propiciar los deportes. Eventos que daban motivo y un camino a seguir. Sin ese camino los soldados se ponían sediciosos y pasaban a ser un conflictivos, gente violenta que necesitaba llevar adelante su trabajo que no era otro que ir a las guerras.
Hoy en los equipos es nuestra responsabilidad ver si alguien pierde motivo, si alguien necesita algo más de rumbo. Quizás sea tan simple como hacer una sugerencia o plantear un nuevo desafío.
El dinero es un mal camino
El dinero como recompensa no sólo es corto, sino que pone a nuestra gente en una meta a la que nunca se llega, ¿Cuánto dinero es suficiente?, ¿Cuándo llegamos?, quiero más….
Simplemente no es mensurable y por tanto no podemos convertirlo en un hito al cual llegar. Mientras lograr algo es mucho más, por ejemplo, trabajar días desde casa es un logro en lugar de un beneficio; es libertad de acción para llevar adelante nuestros objetivos a nuestro ritmo.
De hecho el mejor escenario posible es uno en el que logramos tener a nuestro equipo lo suficientemente feliz como para no pensar en el dinero como recompensa, sino como un producto secundario de su buen trabajo.
Un miembro del equipo logra esa “libertad” cuando aprende a trabajar de forma desatendida. Y cuando uno al dirigir puede ver que esa persona tiene objetivos y metas bien definidas, realizables en el tiempo y lógicas, sabe a ciencia cierta que ese individuo va a tender a la felicidad.
Motivar siempre
Es el nombre del juego, una persona motivada trabaja el doble, crea, imagina y se divierte mientras logra, y ese logro lo potencia a seguir queriendo sentir eso. Conseguir con éxito, sonreír ante el trabajo bien alcanzado, creciendo en cada paso, sabiendo y aprendiendo.
Si queremos sobrevivir en el agua tenemos que nadar, de otra manera nos hundimos.
A veces emprender acciones como invitar helados o pizzas, dar un día libre, o decir: “este viernes bajamos la persiana a las 14hs” puede ser un gran aliciente; pero el momento en el que sabés que lo lograste dirigiendo, es ese viernes en el que aún son las 15hs y nadie se fue… porque se hallan apasionados por lo que están haciendo.
Ahí… en ese preciso momento es nuestra motivación la que pega un salto de alegría, porque definitivamente quiere decir que estamos haciendo las cosas bien.
Autor: F. Mesaglio
Edición: V. Sundblad
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