En los tiempos que corren, los que dirigimos exprimimos hasta del último recurso con el fin de lograr más y más de nuestros equipos. Así caemos en prácticas como el micromanagement, donde tratamos de estar en cada pequeña parte del proceso.
Si bien por un breve periodo esta técnica no hace daño, nos permite conocer a cada miembro del equipo, sus capacidades y obtener una visión granular del proyecto. Pero en algún momento necesitamos “soltar la manija”, y esa mítica palabra “Delegar” aparece en nuestras vidas.
Definamos qué es y qué no es delegar-
Delegar funciones es darle la potestad a alguien para que se encargue de una tarea en particular, es salir del hacer y es comenzar a confiar en alguien más para que realice la tarea, de acuerdo a un plan.
Delegar definitivamente no es “tirarle” el asunto a alguien más, no es sacarse un problema de encima. Si así lo hiciéramos, realmente estaríamos en un lugar igual o peor al de antes de encontrarnos con la necesidad de delegación.
Delegar de forma responsable
No delegar tiende a ser una irresponsabilidad, creer que uno puede hacerlo todo nos llevaría a empresas de una sola persona, o una empresa llena de espectadores con una persona que trabaja. Como bien sabemos, el concepto de empresa se manifiesta como una unidad de personas humanas que trabajan por un mismo fin. No un concierto de un artista y su auditorio.
Delegar de forma responsable es no sólo transmitir la necesidad sino transmitir el conocimiento necesario para llevarla a cabo. Transferir qué queremos y cómo lo queremos, otorgando todas las herramientas necesarias para que la tarea se realice de la mejor manera posible.
Tengamos en cuenta que delegar no es plantear un desafío, todo lo contrario, deberíamos asignar tareas y confiar en la persona a la que se las otorgamos, sabiendo que tenemos que estar disponibles para aclarar dudas en un principio hasta tanto la tarea se realice como la realizaríamos o mejor.
Piedras en el camino
Si querés algo bien hecho…. hacelo vos mismo?¡FAIL!
El principal obstáculo en el camino de delegar, es la propia ansiedad, la propia desconfianza. Delegar es aceptar, es entender que no todo puede estar hecho con nuestras manos, ya sea porque hay gente más capacitada para hacerlo o por simple concurrencia; en algún punto necesitaremos que nos ayuden.
Esto de la aceptación nos lleva a crecer, a desarrollar nuestras capacidades; tenemos más brazos, más manos, más ojos y así obtenemos el poder de hacer más al mismo tiempo.
Ventajas
Cuando uno aprende que delegar o encomendar es muy distinto a no hacerse cargo, es ahí cuando uno disfruta de los beneficios y comienza el proceso de evolucionar y hacer crecer a otros. Después de todo un Gran Maestro no es aquel con muchos alumnos, sino aquel que crea muchos maestros.
Autor: F. Mesaglio
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