La base de ser líder está en la capacidad de previsión, en la posibilidad de unir los conceptos, la información, las necesidades a futuro y armar un camino a seguir comprendiendo que el mismo también muta.
El líder debe “saber” antes expresarse, no debe haber duda alguna de que lo que dice está bien, se dice que en una batalla un líder que duda es más peligroso que el enemigo.
Ser asertivo conlleva trabajo, desde el estudio de la situación, desde la capacidad de simular escenarios mentales y de la probabilidad de suceso de los mismos. Para poder ser asertivos tenemos que hacer más, aprender más y prestar mucha más atención a los detalles.
Ya sea con uno o con muchos equipos lo importante es entender que se tienen que comportar como instrumentos afinados, que en el tempo, en el compás, en el ritmo, vamos a encontrar la mejor expresión de sus aportes, que si todo encaja podemos estar tocando una melodía y que esa melodía es algo que podemos prever.
De esta manera entramos en un camino en el que la comunicación de nuestras ideas debe provenir de forma convincente, con el fin de que se nos comprenda sin lugar a duda.
Y que se entienda y se asuma que detrás de nuestras palabras hay estudio de la situación.
El líder asertivo transmite lo que desea sin ego, más allá de lo personal y con una meta definida, es quién puede ver toda la macro de la situación. Y si bien debe colegiar sus decisiones, una vez tomadas deben ser transmitidas de forma inequívoca, y con el peso que le puede dar una figura de autoridad como un padre.
Los efectos de la asertividad, son absolutos en un grupo, seguir a alguien que sabe es una forma de reducir el estrés. Es importante que tomemos todos los recaudos posibles para no defraudar jamás la confianza depositada en nosotros. Ya que cada acierto elevará nuestro pedestal 10 metros y cada fallo nos llevará al principio del camino.
La confianza tiene ese aspecto, el poder que tiene que la gente confíe en nuestra palabra es enorme y quizás sea por eso que debemos cuidarlo tanto, ya que es frágil como el cristal que puede contener un océano pero que dará testimonio de cada quiebre, de cada error que se cometa. No hay forma de llegar con un cristal sin grietas ya que sin riesgo tampoco hay glorias, solo necesitamos hacernos cargo de que esas grietas no lleguen a la superficie, que nuestros errores nunca sean por omisión o por falta de trabajo, ya que de ellos proviene la consiguiente falta de confianza.
La asertividad debería provenir de la experiencia, saber a ciencia cierta lo que nos depara una acción y estar varias movidas adelante de cada reacción detonada. Y comunicar los pasos a tomar en lo inmediato, alertando y dejando testigos que serán verdaderos críticos de cada decisión tomada hasta tanto nos tengan confianza.
Llegados al punto en que nos ganemos la confianza de aquellos a los que lideramos, será nuestro deber cuidarla como el más preciado de nuestros bienes, es preferible dar una mala noticia a que parezca que nos tomó por sorpresa. Ya que si eso se nos pasó… qué otras cosas no habremos visto. Aquellos que descansan en nuestras decisiones son tan fuertes como nuestros aciertos y tan débiles como nuestros errores y es por esto que en las palabras de Stan Lee, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Ser asertivo por tanto parte de la diligencia, la responsabilidad y termina en la comunicación de conceptos claros, con el conocimiento suficiente del tema como para poder contestar las preguntas que se nos hagan. Ojo, esto no quiere decir que debamos saberlo todo, aprender de preguntas que no nos hayamos hecho es parte del camino, decir “no se” e inmediatamente ponernos a aprender de eso que no sabemos, así cada vez aprenderemos sobre más preguntas que debemos hacernos.
El líder asertivo se hace cargo de la duda, la guarda y la palea aprendiendo, la evita conquistándose a sí mismo y entrenando su mente para que de él no escape la duda o la desesperación. Ya que si hablamos sin seguridad, transmitiremos la falta de la misma, demostramos que no dimos lo mejor de nosotros y es todo lo contrario a lo que queremos. La duda demora a cada miembro de nuestros equipos porque en lugar de poder confiar en el proceso que se ha pautado, la sensación cambia a la necesidad de tener que buscar él mismo las respuestas.
Es muy importante no confundir asertividad con altanería, y es algo que pasa comúnmente, gente que dirige desde su ego y pretende ser seguida porque sí, sin habérselo ganado, apoyado en un cargo que le dieron, en lugar de mostrarse como uno más en el equipo.
Cuando la gente no entienda, deberemos estar preparados para poder explicar, siempre estar atentos, observar el medio, conservar la calma y definirnos antes de transmitir, de forma clara y concisa cada acción a tomar.
Apoyados en la experiencia del pasado y con la mirada en el futuro tenemos que avanzar en el hoy de manera tal que a cada paso podamos prever más y mejor. Debemos entrenar nuestras ansiedades para que las mismas no nublen nuestros proyectos, para que nunca se muestren ante aquellos que dirigimos. Debemos ser fuertes para poder dar tranquilidad, porque eso es lo que finalmente aporta saber, paz y baja de estrés con el consecuente aumento en la productividad.
El camino de la asertividad pues, es arduo, pero cada paso que demos de mas, será un mejor paso, para que cada una de las personas que confían, puedan hacerlo con la sonrisa que produce tener un buen líder.
Autor: F. Mesaglio
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