lunes, 1 de septiembre de 2025

Si sos nerd, te estresás menos



“Lo importante es no dejar de hacerse preguntas. La curiosidad tiene su propia razón de existir.” – Albert Einstein.

Soy una de esas personas que se apasionan por una disciplina. Uno de esos que imagina y juega durante toda la vida. Tuve la increíble suerte de encontrar felicidad en lo más profundo de cada idea, en lo más lejano de cada universo construido con el que me crucé.

El gran problema es que nadie entiende al nerd. O peor: muchos creen entenderlo y lo reducen a un estereotipo. Y ahí se pierde lo esencial: esa energía inmensa que nos empuja a descubrir, crear, estudiar, coleccionar, obsesionarnos, y que —bien usada— puede ser motor de innovación y también de resiliencia.

Ser nerd es pertenecer a un culto invisible, uno que no tiene absolutamente nada que ver con “escapar de la realidad” y mucho menos con no tener vida social. Ser nerd es desear vivir aventuras con la misma pasión con la que las consumimos. Es buscar tesoros, resolver acertijos, conocer cada estadística de un deporte, coleccionar cochecitos o ser un nerd del arte, o de la historia. Es incluirse en un micromundo donde las reglas de lo que consideramos “real” pueden desdibujarse o transformarse.

Y cuando esos mundos se entrelazan con el trabajo, aparece algo mágico.

El reducto nerd en el ambito de sistemas

Siempre digo que sistemas es el refugio para nerds. Ahí nos juntamos quienes necesitamos darle una vuelta de rosca más a todo. Donde otros ven una herramienta, nosotros vemos un universo de posibilidades. Y en ese cruce aparece un tipo de management distinto: uno que no solo habla de deadlines o métricas, sino de acompañar a personas con esa misma avidez por entender, crecer y resolver.

Liderar nerds es liderar pasiones. Y cuando la pasión entra en juego, la gestión se convierte en arte.

¿Pero cómo es eso de que si sos nerd te estresás menos?

Porque ser nerd implica algo que la ciencia ya probó: la capacidad de entrar en flow, ese estado descrito por Mihály Csíkszentmihályi en el que la mente se concentra tanto en una actividad que el resto desaparece. Y el flujo es un regulador natural del estrés.

Estudios de la American Psychological Association muestran que involucrarse en actividades que producen flow reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés. En otras palabras: cuando te perdés en tu pasión nerd, tu cuerpo también descansa.

La Journal of Positive Psychology publicó que los hobbies profundos y absorbentes generan mayor bienestar que actividades superficiales. Y no hace falta que sea “útil”: puede ser armar rompecabezas, programar un bot en casa, pintar miniaturas de Warhammer o estudiar genealogías de El Señor de los Anillos. La mente encuentra un lugar seguro, se oxigena.

Ubicar la mente lejos del conflicto no es evasión, es estrategia. Es, en palabras de Bruce Lee, “ser como el agua”: fluir, cambiar de forma, encontrar caminos donde parecía no haberlos.

Nerds y el management en ambientes de alto rendimiento

En los equipos de alto rendimiento, donde la presión es constante, esa capacidad de desconexión activa es clave. Un grupo de nerds no solo trabaja: juega con la realidad. Ese juego libera creatividad, baja tensiones y permite volver a los problemas con una mirada fresca.

El management en estos entornos cambia de raíz: no es solo control, es facilitación de pasiones. El líder que entiende esto se convierte en curador de nerdismos: da espacio para que cada quien se sumerja en su obsesión, permite que esas obsesiones se crucen y se potencien, y protege el tiempo creativo como si fuera oro.

Peter Drucker decía que “la cultura se come a la estrategia en el desayuno”. Yo lo complemento: en equipos de nerds, la cultura del entusiasmo y la obsesión compartida se come al estrés en la cena.

Cuando la obsesión se vuelve refugio

El burnout es uno de los grandes problemas del siglo XXI. La Organización Mundial de la Salud lo reconoce como un síndrome ligado al estrés crónico en el trabajo. ¿La paradoja? Los nerds suelen tener mayor resistencia al burnout porque encuentran válvulas de escape en sus mundos paralelos.

No significa que no se cansen, sino que cuentan con un sistema de autorregulación natural: cuando todo se vuelve insoportable, se refugian en un cómic, en un algoritmo, en un tablero, en un universo inventado. Y al volver, regresan más enteros.

La neurociencia explica que estas actividades activan circuitos de recompensa dopaminérgicos. El cerebro literalmente se “recarga”. Lo que para algunos es pérdida de tiempo, para nosotros es un ritual de mantenimiento.

Cierro con una confesión

Yo soy nerd, y me siento orgulloso de serlo. Porque ese costado que muchos no entienden, me permite gestionar mejor, sufrir menos y disfrutar más. Porque ser nerd es habitar múltiples mundos y tener siempre un lugar donde el estrés no entre.

Como dijo J.R.R. Tolkien: “No todos los que vagan están perdidos.” Los nerds vagamos, sí, pero cada desvío nos devuelve con más fuerza, más ideas y más ganas de seguir.

Así que la próxima vez que escuches “nerd”, no pienses en un estereotipo con anteojos grandes, pensá en un explorador de mundos. Uno que sabe que el mejor antídoto contra el estrés no siempre es escaparse del problema, sino perderse un rato en una pasión para volver con más claridad.

Autor: Fabian Mesaglio.

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