La última vez hablamos sobre procrastinación, intentamos tener una selección de motivos por los cuales dejamos de hacer las cosas que tenemos que hacer, y hoy intentaré proponerte formas para que puedas salir de ese lugar en el que sabés y sentís que no querés estar más.
Propósitos claros
Si no sabes a qué puerto vas el viento difícilmente va a soplar a favor, por tanto es de vital importancia ponernos metas lo más claras posibles. Definir ese lugar al que querés llegar te va a permitir comprender los pasos que tenes que dar para lograr la meta.
Si mi intención es correr una maratón de poco me servirán mis conocimientos sobre jardinería, necesito enfocarme en la meta.
Todo lo que aprenda sobre el camino hacia mi propósito se convertirá en pasos en camino a su conclusión. Quizás por esto es tan importante que comprendas y conozcas tanto como puedas sobre tu meta.
El miedo proviene de la falta de conocimiento. Y cuanto más sepas de lo que querés lograr más difícil va a ser que lo demores.
Atomizá tus metas
Cuanto más grandes sean mis metas, más lejos estaré de su realización y por consecuencia de mi felicidad al alcanzarlas. Una forma de mejorar y de lograr mayor felicidad en el camino es la de dividir nuestros grandes propósitos en otros más pequeños y alcanzables, los cuales nos brindarán orgullo y ganas de seguir avanzando.
Atomizar tus metas en hitos más pequeños hará posible lo imposible. Si mi propósito actual fuera cruzar el Río de la Plata a nado, podría asegurarles que se trataría de una empresa absolutamente inviable. Pero si comienzo un calendario de prácticas, con metas como llegar a nadar 200 metros, 2000 metros, 20000 metros, estaré entrenando mi cuerpo y mi mente para afrontar el cruce de los 220km que tan sólo 34 personas han logrado en los últimos 100 años.
De vos depende aprender lo suficiente sobre tu meta final como para poder subdividirla en acciones posibles, logrables. Atomizando tus tareas podés mover montañas.
Hacer listas
Hacer listas es la primera herramienta de la que disponemos, poner en un lugar a la vista las tareas que deseamos tener realizadas para este mes y tachar las que logramos no solo nos enfoca en lo que deseamos hacer, sino que nos regala una sensación de bienestar cada vez tachamos un ítem logrado y cada vez que observamos la lista con su secuencia de pasos ya realizados.
La evolución de la lista es el calendario, hoy día tenemos opciones gratuitas de calendarios, como el de google, que nos avisarán tan histéricamente como nosotros los configuremos, cada tarea que nos va quedando pendiente. Lo cual nos mantendrá en camino a nuestra meta y por tanto nos regalará felicidad.
Comenzá tus meses con tus listas de tareas propuestas y regulálas de acuerdo a tus posibilidades, al verlas en la lista vas a saber que las tenés que concluir, de otra manera estas tareas imaginarias y desorganizadas, solo están en tu mente para presionarte y hacerte sentir mal cuando te acordás.
Evitar las distracciones
Las distracciones son una especie de indulgencia que tenemos con lo peor de nosotros. Creemos que son premios por nuestro gran trabajo pero las utilizamos como medios para no enfocarnos en aquello que realmente deseamos lograr. Redes sociales, por ejemplo, en las cuales pasamos una eternidad sin una ganancia en el camino de nuestro propósito final. Las distracciones son “premios fuera de tiempo”, que se encargarán de quedarse con nuestras horas y de producirnos el malestar de no haber hecho lo que nos habíamos propuesto, retrasando todos nuestros proyectos.
Es como querer adelgazar y ser indulgentes con nuestra ansiedad comiendo dulces o tomando gaseosas. Lejos de ser premios son retrocesos en nuestro camino.
Premios
El premio es tan importante como la sensación de conclusión de una tarea, dado que somos animales adiestrables y en este caso el premio y el castigo son herramientas para los logros. El castigo no es otro que la sensación de no haber logrado algo o la de no comprender lo que deseamos.
El premio lo tenemos cuando sonreímos por una tarea bien realizada, pero además podemos darnos premios extra, “si logro terminar el libro” me voy a ver la película que quería.
Si termino el proyecto me regalo un día de SPA, o unas mini vacaciones. De esa manera le doy a mi mente un refuerzo positivo, si acabo con algo que me propuse, hay un premio, de esa manera nos entrenamos a nosotros mismos para ser felices haciendo….. lo que nos hace felices.
Conclusión
Dejar de procrastinar no sólo es una decisión, es una propuesta para una vida mejor, es ser felices porque no demoramos cosas que nosotros mismos nos propusimos lograr. Es desenfocar las quejas para enfocarnos en los logros. Es dejar de temer, es no saber que si somos víctimas, los primeros victimarios somos nosotros, los que nos permitimos no hacer somos nosotros.
Vos no sos lo que te contaron que eras, ni lo que imaginaste que eras, vos no sos una moda o un apodo, no sos un mote ni sos lo que tu sociedad te “empuja” a ser.
Te definen tus acciones, lo que realizás y no lo que decís que vas a realizar. Vos sos lo que hacés, vos sos tus actos, vos sos presente y lo que te define es el hoy y ahora.
Por eso ahora te pregunto….¿qué tachaste hoy en tu lista?
Autor: Fabian Mesaglio
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