Parece que tenemos un chip instalado de serie: nos fascina lo inalcanzable. Si el vecino tiene un auto nuevo, queremos uno mejor; si alguien se va de vacaciones a algún lugar paradisíaco, ahí queremos estar nosotros. Como decía Oscar Wilde, "Cuando los dioses quieren castigarnos, nos conceden nuestros deseos". Es una especie de paradoja que nos lleva siempre a esa mezcla de ganas y frustración.
Parece que la idea de querer lo que no tenemos se transformó en algo normal. No es que esté mal tener metas, pero si cada vez que miramos a los costados sentimos que nos falta algo, quizás la culpa no es de todo lo que no tenemos, sino de cómo lo vemos. Al final, nos la pasamos en un loop que no tiene fin, creyendo que ahí afuera está lo que nos falta.
El estrés de sentirnos estancados
El mundo hoy es una competencia constante, y más de una vez nos cae encima esa sensación de que no estamos a la altura, de que otros avanzan mientras nosotros estamos clavados en el mismo lugar. "¿Estoy haciendo suficiente?" o, peor, "¿Soy suficiente?". Preguntas que rondan la cabeza de cualquiera. En tiempos donde todo es rápido, esa sensación de “me estoy quedando” pesa cada vez más. Cada día puedo ver gente mas preocupada por lo que no está aprendiendo que por cuánto está ganado.
Pero, ¿realmente hay que vivir corriendo? Einstein decía: “La vida es como andar en bicicleta. Para mantener el equilibrio, hay que seguir adelante”. Claro que sí, pero tal vez se refiera a seguir a nuestro ritmo, no a la velocidad de otro. Quizás seguir avanzando también signifique parar de vez en cuando para ver por dónde venimos, y no solamente a dónde vamos.
El hábito de rendirse ante el estrés
Y acá llega el gran enemigo: el estrés. Lo hemos convertido en una especie de monstruo que aparece cada vez que la presión sube un poco. Nos quemamos, nos hartamos y, a veces, tiramos la toalla antes de siquiera dar el primer paso. Nos hemos acostumbrado a vivir viendo al estrés como si fuera una amenaza constante, cuando podría ser un aviso de que estamos intentando algo nuevo.
A veces tan solo es cuestión de entender el proceso del estrés y no permitir que se nos acabe la noradrenalina y tengamos que comenzar a usar cortisol para reemplazarla, porque eso simplemente es malo.
Epicteto, sabía decir: “No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que pensamos sobre lo que nos sucede”. Si el estrés nos ataca, tal vez sea una buena oportunidad para entender que también es parte del proceso. Después de todo, si no nos exigiera un poco, ¿cómo sabríamos hasta dónde podemos llegar?
Expectativas: la trampa en la que caemos siempre
Nos hemos acostumbrado a vivir esperando que algo pase, que algo cambie, que algo nos saque de esta especie de letargo. Siempre queremos más, y cuando lo conseguimos, ya estamos pensando en lo próximo. Lao Tsé decía: “El hombre que se satisface con poco es rico, aunque carezca de mucho”. Quizás la mayor ironía sea que, mientras estamos atrapados en esa carrera por lo próximo, dejamos de ver lo que ya tenemos.
Vivir esperando el futuro nos hace olvidar que el presente también cuenta. Es como cuando estás en una fila esperando que te toque; si te pasás la espera quejándote de lo lento que va, difícilmente disfrutes lo que sucede alrededor.
La lección de la aceptación
Aceptar no es lo mismo que rendirse, sino entender que no todo se trata de escalar más alto o llegar más lejos. A veces, parar para respirar, mirar alrededor y decir “esto está bien” puede ser la respuesta que estamos buscando. El budismo lo dice claro: la paz no se encuentra en lo que nos falta, sino en lo que somos. Buda decía: “La paz viene de dentro. No la busques fuera”.
Yo te digo, meditá todos los días al menos 10 minutos y tu vida va a cambiar para bien idefectiblemente. Y si te das cuenta que no tenés 10 minutos por día para meditar, deberías meditar eso por al menos 20 minutos.
No rendirse tan fácil
La vida es el arte de aprender a convivir con el estrés sin dejar que nos gane. Al final, este cansancio, esta búsqueda constante, es una forma de ver quiénes somos y hacia dónde queremos ir. El desafío no es que el estrés desaparezca, sino aprender a caminar a su lado sin dejarnos llevar, corregir la manera en que nos afecta y utilizarlo como una herramienta en lugar de que se convierta en un enemigo.
Así que, la próxima vez que sientas que te falta algo, que no sos suficiente o que el estrés te está ganando, quizás sea el momento de verlo desde otro ángulo. Con un poco de ironía, un poco de compasión, y un buen mate, acordate que la vida se nos pasa mientras estamos ocupados en ese “quiero algo más”. Y, quién sabe, capaz que el verdadero truco está en disfrutar ese ir y venir.
Autor: Fabian Mesaglio
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